Tú Puedes Decirle No a la Pornografía

Por John Piper 
Del libro "Killjoys" ("Asesinos del Gozo"). 

No todo deseo sexual es lujuria. Este tiene un lugar correcto y puede incluso ser un acto de adoración en el templo del matrimonio. Pero la lujuria es un deseo sexual desviado. Aquí está mi definición:

La lujuria es un deseo sexual que deshonra a su objeto y menosprecia a Dios porque menosprecia sus promesas y sus advertencias de tener o perder las bellezas de Cristo. 

La mujer o el hombre que deseas en tu cabeza, en la pantalla o en la calle es deshonrada - la deshonras al no tratarla como a una persona sagrada, preciosa y eterna hecha a la imagen de Dios, cuyo destino eterno es lo más importante y cuya santidad estás deseando o ignorando. Y la única manera en que esta deshonra puede tomar lugar es menospreciando temerariamente a Dios estando bajo el control de la lujuria -  desechando las promesas y las advertencias de tener o de perder las bellezas de Cristo. Así que la lujuria es un deseo sexual que deshonra a su objeto y menosprecia a Dios. Considera conmigo por unos minutos el papel espiritual del auto-control en relación a la lujuria.

La Fe en Cristo Vence a  la 'Adicción'
Adicción es un término relativo. Yo arriesgo mi vida asumiendo que nadie es absolutamente adicto a la pornografía o a ningún pecado sexual. Me refiero a lo siguiente: Si las consecuencias son suficientemente graves e inevitables vas a tener todo el autocontrol que necesitas para resistir a cualquier tentación sexual.

Por ejemplo, si esta noche estuvieses siendo consumido por un deseo sexual tan  violento, y poderoso como jamás lo hayas sentido en tu vida, y si creyeras que no puedes resistir la tentación de mirar desnudez en el internet, y repentinamente un miembro encapuchado del grupo terrorista ISIS entrara al cuarto arrastrando a tu mejor amigo o a tu esposa con un cuchillo en su cuello y te dijera, "si miras ese sitio pornográfico le voy a cortar el cuello," tú tendrías el autocontrol que pensabas que no tenías. No le harías el clic al ratón de tu computadora. O si un hombre entra en tu cuarto y te dice, "si no miras pornografía te daré un millón de dólares en cash, sin impuestos esta misma noche," tú repentinamente tendrías el control que pensabas que no tenias.

La adicción es un término relativo. El hecho es que el 99% de los que le dan lugar a la lascivia en la pornografía, la fornicación o el adulterio, no están siendo controlados totalmente por el deseo sexual. Están siendo controlados realmente por lo que creen - lo que creen que les sucederá si actúan o no de acuerdo a su lujuria.

El Espíritu de Dios Nos Controla
El punto decisivo es si creemos que las consecuencias serán suficientemente graves e inevitables. Si estuviésemos seguros que un amigo moriría una muerte grotesca tendríamos autocontrol. Si estuviésemos seguros que conseguiríamos un millón de dólares tendríamos autocontrol.

Ahora, no hay nada particularmente cristiano cuando analizamos la motivación. Esta es simplemente la manera en que los seres humanos estamos constituidos. El autocontrol era una virtud de los estoicos antes de ser una virtud cristiana, y no hay nada exclusivamente cristiano en ello.

Sin embargo Pablo incluye el autocontrol (engkrateia) como un fruto del Espíritu (Gálatas 5:23). De modo que para los que creen el evangelio de Cristo y son justificados por la fe (Romanos 3:28), el Espíritu Santo viene a ser la causa decisiva de su "autocontrol." Esto es lo que yo considero que significa "fruto" en Gálatas 5. El Espíritu produce autocontrol en el creyente. La acción de nuestra parte es vital y esencial pero no decisiva. El Espíritu es decisivo.

Pablo dice en Filipenses 2:12-13, ocúpate en tu salvación porque Dios se ocupa de ti. Esto significa, "controla tus deseos lascivos porque el Espíritu esta controlándolos a través tuyo." Ejerce autocontrol porque el Espíritu está haciendo que éste opere en ti. La sangre de Cristo, la sangre del nuevo pacto nos asegura la obra del Espíritu. Y cuando Él obra, nosotros obramos. Su obra se manifiesta en nuestras acciones. Él crea el milagro del autocontrol y nosotros actuamos en el milagro del autocontrol. 

Pero el Espíritu no produce el mismo autocontrol que tenían lo estoicos. Los estoicos no dependían de Cristo ni vivían para Cristo. Pero el Espíritu Santo está en el creyente por causa de la muerte de Cristo y para la gloria de Cristo (Juan 14:16). La sangre de Cristo fue Su precio y mostrar la belleza de Cristo es Su misión.

La Belleza de Cristo es Mejor
Por esto, la manera en que el Espíritu produce autocontrol en el creyente es revelando las bellezas de Cristo a nuestras almas como lo supremamente hermoso y satisfactorio. Él remueve la dureza de nuestro corazón y la ceguera de nuestra alma para que podamos ver y saborear las bellezas de Cristo como realmente son.

Y lo que el Espíritu nos muestra a través de la palabra de Cristo es que la plena satisfacción de la belleza de Cristo puede perderse para siempre si por dejarnos esclavizar de la lujuria demostramos ser unos hipócritas que aman más el sexo que a Cristo. También Él nos muestra que viene el día, y ya está aquí en gran medida, cuando disfrutaremos a Cristo con una plenitud de gozo que sobrepasa todo el placer que sea posible encontrar en la lujuria.

Esto nos trae de regreso al terrorista de ISIS que está a punto de cortarle el cuello a nuestro mejor amigo, y al hombre que nos ofrece el millón de dólares. El Espíritu Santo nos muestra que cuando enfrentamos la tentación de la lujuria los riesgos son mucho más graves que cualquiera de esas situaciones. El riesgo que las bellezas de Cristo que el Espíritu Santo revela se pueden perder para siempre o pueden satisfacer tu alma para siempre.

Él abre nuestros oídos para escuchar a Jesús diciendo, " Por tanto, si tu ojo derecho te es ocasión de caer, sácalo, y échalo de ti; pues mejor te es que se pierda uno de tus miembros, y no que todo tu cuerpo sea echado al infierno. (Mat 5:29). Esto es peor de lo que sería el más grande ataque de ISIS. Él también abre nuestros oídos para escuchar a Jesús decir, " Bienaventurados los de limpio corazón, porque ellos verán a Dios (Mat 5:8) lo cual es una recompensa infinitamente superior a un comparativamente simple millón de dólares.


El autocontrol es un fruto del Espíritu. Es el Espíritu quien produce este milagro, nosotros actuamos sobre la base de ese milagro. Él hace que se abran nuestros ojos para ver las bellezas de Cristo y entender que estas pueden perderse por siempre al hacernos esclavos de la lujuria o pueden ser disfrutadas eternamente al cultivar un corazón puro.