Los Engaños del Aborto

Fragmentos traducidos de un artículo de Erika Bachipochi, abogada que apoyó por mucho tiempo el aborto, pero ahora se opone afirmando que no ayuda a las mujeres, no les da derechos legítimos, ni les hace iguales a los hombres. Ver articulo completo (en inglés):  http://www.cnn.com/2015/01/22/opinion/bachiochi-abortion-roe-v-wade/

Yo apoyaba los derechos del aborto y conozco la tentación de considerar este como una representación de la igualdad de los derechos de la mujer. Después de todo quedar embarazada inesperadamente parece interrumpir la habilidad de la mujer de seguir sus propias metas y ambiciones. Y cuando hay pobreza, la carga agobiante de otros niños o riesgos en el embarazo por problemas de salud, todo luce como una injusticia para las mujeres.

El aborto pareciera brindar a las mujeres una respuesta práctica a la desproporcionada responsabilidad sexual que las relaciones sexuales y el embarazo pone delante de ellas. Pero esta solución que supuestamente cura la 'injusticia' de que las mujeres quedan embarazadas y los hombres no, consiste en acabar con la vida del pequeño ser humano que se desarrolla en el vientre de la mujer.  

El aborto es un engaño que quiere hacer creer a las mujeres que estas pueden ser como los hombres - capaces de no estar embarazadas - y así competir con ellos profesional, social y académicamente. O si son pobres, están abrumadas de problemas o el hombre que las embarazó las abandona, les quiere hacer creer que es su 'responsabilidad social' deshacerse del fruto de su vientre - su niño o niña.    

Pero lo que las mujeres en realidad necesitan es ser respetadas no solo por sus logros como profesionales sino por la maravillosa capacidad de procrear una nueva vida humana. Las mujeres queremos ser respetadas por nuestro trabajo como madres.

 Negar que lo que hay en el vientre de una mujer embarazada es una vida humana distorsiona también a la madre de ese niño o niña haciendo que ella tenga derechos de propiedad sobre esta criatura en desarrollo como antiguamente los esposos tenían derecho sobre la vida de sus mujeres.

El aborto le otorga a la mujer, o más bien pone sobre ella la carga del inhumano derecho de decidir sobre el destino de otro ser humano, que en este caso es un vulnerable bebé - su propio hijo o hija. En lugar de eso deberíamos proveerle a cada mujer embarazada el múltiple apoyo de la familia y de la sociedad que ella necesita, cualquiera que sea su situación, para animarla en su papel de reproductora del milagro de la vida humana.  
  
Hoy día parece que hablar del milagro de las diferencias biológicas entre el hombre y la mujer fuese arcaico, como si las diferencias sexuales fuesen indefinidas y  viviésemos por encima de ellas.  Hay quienes quieren procuran borrar la noción de papá y mamá como si eso fuese progreso y nos fuese a liberar de las anticuadas y deterministas categorías de hombre y mujer.
Pero cuando pretendemos que no hay diferencias entre los sexos son las mujeres las que sufren porque ellas son las que quedan embarazadas. Y cuando eso pasa y el hombre se desentiende, ellas tienen dos opciones: cuidar con sacrificio al bebé en su vientre o quitarle la vida. Los hombres pueden tener sexo y desaparecerse, y desde que se legalizó el aborto hace 42 años con la ley de Row-Wade, eso es lo que hacen la mayoría.  

 Es tiempo de admitir la maravillosa y asombrosa verdad de las diferencias sexuales y de conformar nuestra sociedad para darle prioridad a aquellas que cuidan de los seres más vulnerables que son los niños. Y es tiempo de exigirle más y más a los hombres. Promoviendo el aborto no hacemos eso. 

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