(De “Un Tratado Sobre la Conversión” por Richard Baxter)
Aborrezco la predicación que omite lo verdaderamente
trascendente, y que en lugar de buscar el alivio de los que viven en la
miseria, sólo le endulzan el oído a la gente.
Si su casa se estuviese incendiando, sería un crimen si yo me pongo a
silbar y a danzar cuando debería estar apagando el fuego. Si los veo ahogándose en un barco que
naufraga, no sería sabio ponerme a predicarles un sermón erudito cuando debería
estarlos rescatando del peligro. Debo decirles
que no me interesa impresionarlos con palabras refinadas y amenas, pues lo que
busco es ayudarles a salir de la miseria de la vida inconversa.
Sé que para muchos el abismal peligro de una fatal destrucción significa
poco; por eso vengo a requerirles en el nombre del Señor que se detengan, que
no avancen más en los caminos del pecado, que consideren su condición y que se
vuelvan a Dios. ¿Vives en ignorancia, indiferencia
y mundanalidad? ¿Acaso no te das cuenta que Dios debe ser dueño de tu corazón?
¿No sabes que tienes un alma inmortal?
Despierta y mira hacia la eternidad, levanta el ojo de la fe y mira lo
que hay en ella: gozo o tormento eterno.
¿Has vivido para la carne, como si no hubiese nada de qué preocuparse?
¿Piensas que es exagerado prepararse para la eternidad? En una palabra, ¿Está tu corazón más
arraigado a la vida presente en la tierra que a la futura con Dios en el cielo? Si esto es así, no te engañes con vanas
esperanzas. No tardes un solo día más; vuélvete ahora de tu error y cree a la Palabra
de Dios, no sea que venga destrucción. Dios dice, “si vives conforme a la carne, morirás”
(Rom 8.13). “He aquí, los que se alejan
de Dios perecerán; Tú destruirás a todo aquel que de ti se aparta” (Sal.
72.27). ”Donde está tu tesoro, allí estará su corazón” (Mat. 6.21).
¿Qué dices a esto? ¿Renunciarás a los deseos de la carne, al amor al
mundo, a la negligencia, al descuido y a la impiedad, o no? ¿Dejarás de tolerar una vida de muerte
espiritual, en amistad con el pecado poniendo en peligro tu alma? ¿Te someterás
al poder del Espíritu para convertirte? ¿Dejarás de resistir a la gracia que te
puede rescatar? Te pido que no seas
sordo a este llamado. Deja a te corazón
responder: Sí o No.
¿Se atreve alguno a decir que no? Espero que tú no.
Pero si tu corazón calla, es como decir no.
No me hables de tus deseos y propósitos apáticos, ni me digas que algún
día dirás sí. Esos vacilantes y mediocres deseos han llevado a miles de almas a
perecer en la miseria infinita. Dios
espera resoluciones firmes e inmediatas.
¿Qué dices a esto? ¿Estás resuelto a volverte a Dios o no? Piensa bien lo que responderás, porque Dios
te ve y conoce tu corazón. No caviles entre dos pensamientos; si Baal es Dios,
síguelo; si la carne y el mundo te hacen feliz, síguelos. Pero si el Señor es
Dios, síguelo a Él (1 Reyes 18.21).
No me evadas diciendo que mañana u otro día te
convertirás, como si ahora no fuese el tiempo, o no pudieras dejar tu pecado
ya. Ninguna resolución es sincera si no
es inmediata; el que tolera su pecado un día más, lo hará un año más, o siete,
o hasta el final de su vida. El que no
se acerque a Cristo hoy, no lo hará nunca de su voluntad. Nadie ama a Dios si no lo hace deseando ser
como Dios quiere que sea. Así que, de
nuevo pregunto, ¿Estás resuelto a volverte de inmediato, o no? Este es el tema que he venido a tratar, y no
estoy dispuesto a dejarlo a medias, a menos que respondas positivamente que te
volverás a Dios, o que me presentes tu categórica y vergonzosa negativa.
Mis palabras te dejarán mejor si te conviertes. Pero si no, te dejarán peor, pues ya no tendrás excusas como las que tenías antes de escucharme; y la respuesta negativa que des hoy será testigo en contra tuya en el día del juicio.
Mis palabras te dejarán mejor si te conviertes. Pero si no, te dejarán peor, pues ya no tendrás excusas como las que tenías antes de escucharme; y la respuesta negativa que des hoy será testigo en contra tuya en el día del juicio.
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