Por Víctor B García
Según los reportes y las evidencias a nuestro
alrededor, pareciera que el número de cristianos se ha multiplicado en nuestros
días. Muchas iglesias crecen a ritmo acelerado, las emisoras de radio y
televisión cristianas prosperan, la música y los artistas cristianos se ven y
se oyen por todas partes.
Pero hay una contradicción en esto. A pesar de que
la cultura cristiana es cada vez más visible, las doctrinas bíblicas de la regeneración, el arrepentimiento, la
justicia por la fe y la conversión son casi ignoradas en los púlpitos
o son aplicadas defectuosamente a la conciencia de los pecadores. Pocos son
los púlpitos donde se explican de manera clara, fiel y penetrante
estas verdades. En lugar de eso, los predicadores invitan a la gente a
"aceptar a Cristo" y para que la gente "acepte" usan cuanto método, oferta y adaptación
mundana haga posible esto. De esta manera, las doctrinas que convierten y
conducen a los pecadores a la salvación son cambiadas por estrategias que los
emocionan y los conducen a un convencimiento estéril y falso.
Verdaderamente, hay una gran diferencia entre
aceptar a Cristo y ser convertido por el poder del Evangelio de Cristo. Y esta
diferencia incide enormemente en la vida de los creyentes y de las iglesias.
Aceptar a Cristo es una frase que pretende expresar la
idea bíblica de que el pecador debe creer en Jesús para ser salvo. En ese sentido podría ser
aceptable. El problema está en lo
que la frase ha llegado a significar, en la forma en que se usa, y sobre todo
en lo que no explica, ni puede explicar con respecto al verdadero
arrepentimiento, fe, conversión y regeneración.
Mientras una persona ignore lo que significa la verdad
y sea ajena a la experiencia de ser regenerada, aunque haya "aceptado a
Cristo" cien veces, no es convertida. Mientras
los ministros no prediquen las doctrinas del Evangelio con claridad y
fidelidad, y no las apliquen de manera práctica a la vida de sus iglesias, las
multitudes pueden abarrotar los servicios y profesar ser cristianas pero van a
seguir inconversas.
Esta deficiencia en la proclamación, el conocimiento
y la experiencia de la conversión bíblica ha creado una gran crisis en la
iglesia. Y esta crisis se
agrava cuando se le añaden verdades a medias como la diseminada en la frase
“aceptar a Cristo” que representa una idea incompleta y distorsionada del
mensaje del Evangelio.
J.I Packer, refiriéndose a la confusión de los
evangélicos respecto a la vida cristiana causada, por esta situación dice,
No hay duda de que los
evangélicos están hoy día en un estado de perplejidad y desorientación. En asuntos como la práctica del
evangelismo, la enseñanza de la santidad, la edificación de la vida de las
iglesias locales, la tarea de los pastores con las almas y el ejercicio de la
disciplina, hay una notable insatisfacción por la forma que se hacen las cosas
y una creciente incertidumbre sobre cómo hacerlas en el futuro.
Packer
continúa diciendo:
Este es un fenómeno
complejo al cual han contribuido muchos factores. Pero al ir a la raíz
del asunto encontramos que al final estas perplejidades se deben a que hemos
perdido la conexión con el evangelio bíblico…sin darnos cuenta, durante el
pasado siglo, hemos cambiando el evangelio por un producto substituto que
aunque luce similar en algunos de sus detalles, es decididamente algo diferente
cuando lo vemos como un todo (Introducción a "La Muerte de la Muerte en la
Muerte de Cristo" por John Owen).
El punto esencial de esta vasta crisis
es que un gran número de gente que se considera cristiana, que es recibida en
las iglesias como cristiana, y que hasta llega a ocupar posiciones de
ministerio, nunca se han convertido aunque hayan “aceptado a Cristo.” Esto nos
habla de la gran necesidad de la conversión de los pecadores, y sobre todo nos
advierte que acaso nuestra primer campo misionero, aparte de nuestras casas,
sea la misma iglesia donde tantos parecen necesitar conversión. Esto es, en
realidad, un motivo de llanto, ruego y humillación.
Spurgeon, hablando de las lágrimas de
Pablo por los falsos profesantes del evangelio a los que llama "enemigos
de la cruz de Cristo" en Filipenses 3.18-19, dice:
Nunca leo que el
apóstol haya llorado cuando era perseguido. Creo
que no hubo lágrimas en sus ojos cuando los soldados azotaban su espalda con
crueles latigazos. Al leer de sus prisiones, leemos que cantaba, pero nunca que
lloraba…Sin embargo Pablo lloró por los falsos cristianos. Yo le llamo a esto,
una angustia extraordinaria porque este hombre no era sentimentalista. Este
hombre que raramente, si es que alguna vez lloró por sus más terribles pruebas
lloraba por la culpabilidad, por las consecuencias y por la condenación de los
falsos creyentes…( http://www.spurgeon.org/sermons/0102.htm).
hermano le doy gracias a Dios porque si hay cristianos dispuestos a estudiar la verdad y divulgarla sin temor, todo cuanto has dicho es cierto, el verdadero cristiano no es que hace de Jesús una religión en su vida, sino el que convierte su vida en una replica de Jesús, este es el que cree, entiende y divulga el evangelio de Dios.
ResponderEliminarYo soy inconverso, que debo hacer?... Tambien participo de la guerra espitual. Aunque siga los mandamientos de la biblia y lleve el comportamiento que indica Pablo, no tengo conocimiento si Dios algun dia me brindará su gracia.
ResponderEliminarDios ahi esta, existe.. No tengo relacion personal con Cristo, tampoco tengo las facultades espirituales de otros, donde esta el discernimiento.. Dejo de asistir a una iglesia? sigo orando los Salmos? soy pecador que hago?
Romanos 10: 9-13
ResponderEliminarSi confesares con tu boca que Jesús es el Señor, y creyeres en tu corazón que Dios le levantó de los muertos, serás salvo.
10 Porque con el corazón se cree para justicia, pero con la boca se confiesa para salvación.
11 Pues la Escritura dice: Todo aquel que en él creyere, no será avergonzado.
12 Porque no hay diferencia entre judío y griego, pues el mismo que es Señor de todos, es
rico para con todos los que le invocan;
13 porque todo aquel que invocare el nombre del Señor, será salvo.
Isaías 55:6-7
6 Buscad a Jehová mientras puede ser hallado, llamadle en tanto que está cercano.
7 Deje el impío su camino, y el hombre inicuo sus pensamientos, y vuélvase a Jehová, el cual tendrá de él misericordia, y al Dios nuestro, el cual será amplio en perdonar.