"…Y al decir Cristo no me
refiero solo a su ejemplo y sus preceptos éticos, sino a su sangre redentora, a
la gloriosa satisfacción que hizo para expiar el pecado humano y a la grandiosa
invitación que proclama 'cree y vivirás'" (Ch. Spurgeon).
He aquí una pequeña colección de las
explicitas y repetidas amonestaciones de Spurgeon por un evangelio centrado
en la persona y la obra de Cristo. El
mensaje que necesita oír hoy la iglesia y el mundo.
Sermón # 2899, Julio, 9, 1876
El lema de todo verdadero siervo
de Dios debe ser: "Nosotros predicamos a Cristo y a este crucificado."
Un sermón sin Cristo es como un pan sin
harina. ¿No hay Cristo en tu sermón, caballero? Entonces vete a casa y nunca
prediques de nuevo hasta que tengas algo que valga la pena oír.
Sermón # 768, sin fecha
¿Dejar a Cristo afuera? ¡Oh hermanos, mejor abandonen el púlpito por completo! Si un hombre puede predicar un sermón sin mencionar el
nombre de Cristo debería ser su último sermón, o al menos, el último que
cualquier verdadero cristiano debería querer escuchar de él.
Sermón #1625, Octubre, 23, 1881
Deja a Cristo fuera de tu sermón
y no estarás haciendo nada. Señor panadero, dile a todo Londres que estás
haciendo pan sin harina; anuncia en todos los periódicos 'Pan sin Harina' y pronto
tendrás que clausurar tu panadería porque tus clientes saldrán corriendo hacia
otro lugar. Un sermón en el cual Cristo no
sea el principio, el medio y el fin es un error en concepto y un crimen en ejecución.
No importa cuán altilocuente sea tu lenguaje, sin Cristo cualquier sermón será
mucho alboroto para nada. Y al decir 'Cristo' no me refiero solo a su ejemplo y sus preceptos éticos, sino a su sangre
redentora, a la gloriosa satisfacción que hizo para expiar el pecado humano y a
la grandiosa invitación que proclama "cree y vivirás."
Sermón # 558, Marzo, 6, 1864
Conozca a alguien que dice que yo siempre toco
la misma vieja cuerda y que ya no vendrá más a escucharme a menos que predique
sermones sin Cristo. ¡Ah! este hombre nunca regresará mientras mi lengua pueda
moverse, porque un sermón sin Cristo es como un arroyo sin agua, una nube sin
lluvia, un pozo que se burla de los sedientos, un árbol dos veces muerto y
desarraigado, un cielo sin sol o una noche sin estrellas. Un sermón sin Cristo es como la región de los
muertos - un lugar de lamento para los ángeles y de risa para los demonios. ¡Oh cristiano, debemos tener a Cristo! Asegúrate
que cada día al despertar obtengas a través de la contemplación de su persona,
un fresco sabor a Cristo. Vive todo el día, en cuanto te sea posible, sazonando
tu corazón con Él, y luego, por la noche, acuéstate con Él mientras invocas su
nombre con tus labios.
Sermón, 3288, Febrero, 11, 1866
Yo iría con mucha más rapidez a una mesa rustica para comer en un plato de
madera algo que sacie mi apetito que a una
mesa elegante en la cual no hubiese nada que comer. Sí, es Cristo, Cristo,
Cristo a quien tenemos que predicar; y si no lo hacemos estaremos abandonando el
alma misma del evangelio. Los sermones sin Cristo llenan de alegría el
infierno. Los predicadores sin Cristo, los maestros de escuela dominical sin
Cristo, los líderes de grupos sin Cristo, los tratados sin Cristo, ¿Qué están
haciendo? Simplemente están preparando el molino para la molienda sin haber
puesto grano en el triturador. Toda su
labor es en vano. Si dejas a Cristo fuera simplemente estás golpeando al aire o yendo a la guerra sin arma
alguna para combatir al enemigo.
Sermón # 1540, Mayo, 30, 1880
El Espíritu de Dios no da
testimonio de los sermones sin Cristo. Si Él no está en tu predicación, el Espíritu
Santo nunca vendrá sobre ti. ¿Por qué habría de hacerlo? ¿No ha venido Él con
el propósito de testificar de Cristo? ¿No dijo el Señor, "Él me glorificará
porque tomará de lo mío y os lo hará saber" (Jn. 16.14)? Sí, su objeto era
Cristo y nadie sino Él, y esa es la enseñanza que el Espíritu Santo confirmará. Que Dios nos guarde de alejarnos de este punto central - que nuestra determinación sea no conocer nada más importante que Cristo y este crucificado.
Sermón # 2449, Mayo, 17, 1887
Donde Cristo no es central, no
hay nada de unción ni nada de sabor, y los hombres hacen lo correcto en no
someterse a un ministerio así. El ministro que deja a Cristo fuera de su predicación le está quitando la leche a los niños y la carne a los adultos; pero si tu objetivo como maestro
y predicador es glorificar a Cristo y guiar a los hombres a que crean en Él y
lo amen, esa es la obra donde el corazón de Dios se halla. Si haces esto, el Señor
y tú apuntan hacia la misma dirección.
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