De un Anticristo a Otro: Reflexiones Sobre la Transición Papal


Por D. Scott Meadows, pastor de Calvary Baptist Church 
(Reformed) de Exeter, New Hampshire
Traducido por Víctor B. García 
(Este artículo fue escrito antes de que se diese a conocer que
Jorge Mario Bergoglio, ahora llamado Francis, sería el nuevo Papa)
Joseph Ratzinger (mejor conocido como Su Santidad el Papa Benedicto XVI) anunció que renunciará al papado para finales de Febrero, 2003. El proceso de seleccionar a un sucesor ha comenzado acaparando gran atención en los medio de comunicación. Como teólogo y líder pastoral, mi conciencia me impulsa a comentar.

Años atrás me preguntaron mi opinión sobre el nuevo cardenal de Boston. Yo respondí, "eso es como preguntar mi opinión acerca del nuevo capitán de un barco de piratas. Este proyecto es ilegitimo en su totalidad." No niego que estos eventos puedan tener implicaciones importantes, pero protesto enérgica y solemnemente contra el despliegue de reverencia y asombro por los Papas y las institución Catolico-Romana, aun de gente que supuestamente debería entender mejor las cosas.

Un gran campeón de la fe bíblica llamado J. Gresham Machen escribió un magnífico libro titulado, Cristianismo y Liberalismo (1923). En él, Machen detonó una poderosa y perdurable explosión en contra del liberalismo teológico declarando que este no es cristianismo en lo absoluto, sino una religión alternativa en competencia y profundamente en contra del cristianismo. 

Esto mismo es también verdad acerca de la Iglesia Católica Romana (ICR). Claramente no es el cristianismo de los apóstoles del Nuevo Testamento ni de la iglesia inicial, como lo disciernen y lo confirman los que están de acuerdo con los apóstoles y son conocedores del catolicismo romano. En puntos cruciales, la iglesia romana se ha opuesto tenazmente a la fe una vez entregada a los santos. Históricamente hasta ha masacrado a una gran multitud de creyentes cristianos injustamente clasificados como herejes. 

Al menos, desde el Concilio de Trento (1545-1563) la iglesia romana ha repudiado formal, meticulosa y vociferantemente el evangelio bíblico de Jesucristo pronunciando maldición sobre cualquiera que se atreva a predicarlo. Por ejemplo, el concilio proclamó,

CANON XII. Si alguien dice que la fe justificadora es nada más que confianza en la misericordia divina que remite los pecados por causa de Cristo, o que solo por esta confianza es por la cual somos justificados, sea anatema [1].

Que ésta sigue siendo la posición de la iglesia romana hoy es claro por el hecho de que en su catecismo moderno (versión del año 2000) aun apela a Trento como una declaración doctrinal autoritativa y enseña siguiendo esta misma línea.

La justificación no es solo la remisión de los pecados, sino también la santificación y la renovación del hombre interior (Concilio de Trento, 1547) [2]. Aunque excede el enfoque de este comentario vindicar la doctrina bíblica de la justificación solo por fe aparte de nuestras obras, permítanme recordar este pasaje de la escritura:

 Ya que por las obras de la ley ningún ser humano será justificado delante de él; porque por medio de la ley es el conocimiento del pecado. Pero ahora, aparte de la ley, se ha manifestado la justicia de Dios, testificada por la ley y por los profetas; la justicia de Dios por medio de la fe en Jesucristo, para todos los que creen en él. Porque no hay diferencia, por cuanto todos pecaron, y están destituidos de la gloria de Dios, siendo justificados gratuitamente por su gracia, mediante la redención que es en Cristo Jesús (Rom.3:20-24).

El prominente teólogo reformado Charles Hodge comentó correctamente acerca de este pasaje,

La justicia de Dios que se revela en el evangelio debe ser obtenida por fe, no por obras, no por nacimiento, no por ningún rito externo, ni por la unión con ninguna iglesia visible sino simple y únicamente por la fe en Cristo, recibiéndolo y descansando en Él [3].

Si los pronunciamientos de la iglesia Romana en el concilio de Trento son verdad, sin duda el estimado Señor Hodge será consignado al infierno eterno por escribir esto. 

Hoy día, la reputación de la iglesia romana entre muchos cristianos creyentes en la Biblia es considerablemente mejor que en los días de la reforma protestante. Este cambio es injustificado y peligroso. La iglesia Romana aun representa la misma apostasía anti-cristiana que lanzó maldiciones como antorchas y castigó quemando literalmente vivos y reduciendo a  cenizas quemadas los cuerpos de sinceros cristianos eminentes por su conocimiento y piedad. Su política puede haber cambiado de las ejecuciones masivas a la seducción ecuménica, pero sigue propagando mentiras infernales sobre el camino de la salvación.  La vieja advertencia de Pablo se ha aplicado a la iglesia Romana por siglos:

Pero el Espíritu dice claramente que en los postreros tiempos algunos apostatarán de la fe, escuchando a espíritus engañadores y a doctrinas de demonios; por la hipocresía de mentirosos que, teniendo cauterizada la conciencia, prohibirán casarse, y mandarán abstenerse de alimentos que Dios creó para que con acción de gracias participasen de ellos los creyentes y los que han conocido la verdad (1 Timoteo 4:1-3). 

La iglesia Católica tiene un legado de abstenciones ascéticas respecto al matrimonio y a ciertas comidas, las mismas manifestaciones de las herejías detestables tan peligrosas para la verdadera iglesia.

Por la inspiración del Espíritu Santo, Pablo publicó una maldición divinamente sancionada que ahora se aplica a la iglesia de Roma:
           
Más si aun nosotros, o un ángel del cielo, os anunciare otro evangelio diferente del que os hemos anunciado, sea anatema.Como antes hemos dicho, también ahora lo repito: Si alguno os predica diferente evangelio del que habéis recibido, sea anatema (Gálatas 1:8-9).

Por cerca de trescientos años, los protestantes reconocieron consistentemente la profunda amenaza espiritual que la iglesia de Roma significaba para la raza humana. Que había un acuerdo casi universal acerca de esto es evidente por el fuerte consenso en las declaraciones de las confesiones de fe reformadas. Por ejemplo, la Confesión Bautista de Fe de Londres de 1689 proclama, como parte de "las cosas que son claramente creídas entre nosotros,"

La Cabeza de la Iglesia es el Señor Jesucristo, en quien, por el designio del Padre, todo el poder requerido para el llamamiento, el establecimiento, el orden o el gobierno de la Iglesia, está suprema y soberanamente investido. No puede el papa de Roma ser cabeza de ella en ningún sentido, sino que él es aquel Anticristo, aquel hombre de pecado e hijo de perdición, que se ensalza en la Iglesia contra Cristo y contra todo lo que se llama Dios, a quien el Señor destruirá con el resplandor de su venida.  (Confesión de 1689, XXVI.4).  

 La Confesión de Fe de Westminster, (1646, Presbiteriana) y la Declaración de Savoy (1658, Congregacional), dicen lo mismo. En algunos de mis otros escritos, he ofrecido una larga lista de citas de líderes de iglesias protestantes de los últimos cuatro siglos que muestran simpatía con esta fuerte oposición y total repudio hacia a la iglesia Romana como la iglesia verdadera [5].
Los hombres piadosos de hoy día pueden debatir si el Papado debería ser identificado como "ese anticristo" específicamente predicho por el Espíritu Santo a través de Pablo en Segunda Tesalonicenses 2. Personalmente, no me afectan las diferencias en cuanto a este punto en particular. Sin embargo, en mi opinión, la gente con discernimiento no puede dudar que el papado es, al menos, un anticristo.  

El despreciable término anticristo" contiene un prefijo que puede ser correctamente entendido de dos maneras. Un diccionario moderno dice que "anti" conlleva un sentido de antagonismo y oposición, [6] con lo cual todos estamos familiarizados. Sin embargo, puede ser que algunos no se den cuenta que el prefijo griego también puede significar "en lugar de." El excelente académico protestante Francis Turretin (1623-1687) escribió un extenso tratado en latín, organizado bajo 23 tópicos y 4 apéndices, para probar la tesis de que el papado es el anticristo predicho en la Escritura. Acerca de la palabra anticristo, escribió,

El término anticristo conlleva dos significados: 1) que él es un enemigo y rival de Cristo; 2) que él es el vicario. La definición del prefijo anti, ciertamente introduce ambos, los cuales cuando son usados en conjunción con un nombre, significan, por un lado, antes, y por el otro, en contra. También puede significar en lugar de, y substituto…En este sentido, el anticristo se presenta ciertamente como el gran adversario de Cristo, en el sentido de que se hace a sí mismo igual a Cristo como un rival, mientras profesa ocupar el lugar de Cristo sobre la tierra como Su vicario [7].
    
La iglesia Romana insiste que el Papa es el vicario de Cristo (del latín vicarius que significa substituto) [8]. He aquí la evidencia sacada de su mismo catecismo:

Porque el pontífice Romano, a causa de su posición como vicario de Cristo, y pastor de la iglesia en su totalidad, tiene poder pleno, supremo y universal sobre la iglesia entera, un poder que él siempre puede ejercer sin restricción [9].

 Pocos cristianos parecen estar conscientes de los blasfemos títulos honoríficos y prerrogativas divinas que la iglesia Romana reclama para su Papa, incluyendo el título de "pontífice supremo" [10] (es decir: puente, mediador entre Dios y el hombre; vea 1 Tim. 2:5) y "Señor y Dios," [11] además de otras declaraciones idólatras como esta: "Puesto que el Papa es Dios, no puede ser atado o desatado por los hombres" [12].

Es claro, entonces, que para la iglesia Romana el Papa está por encima de la Escritura, los concilios, los príncipes y todos los poderes de la tierra a causa de su divinidad [13].

Puesto que se presenta a sí mismo como el representante de Cristo, cualquier Papa en particular representa una amenaza de seducción mucho más grande para los cristianos profesantes que, por ejemplo, el Dalai Lama, el lama principal de la orden budista tibetana, puesto que este no pretende ser cristiano.

Así que aparentemente estamos a punto de ver la transición de un Papa a otro, es decir, de un anticristo a otro. ¿Se me puede culpar por no mostrar preferencia por ninguno de los subordinados de Satanás?

Si Dios me ayuda, no me retractaré, aun bajo amenaza de martirio. Oro por la ruina total de este reino satánico. ¡Que todos los fieles seguidores de Cristo se me unan! En nuestra generación más que nunca, la resistencia valerosa puede marcar la diferencia entre los de entendimiento sano y profunda convicción y los ingenuos y acobardados. ¡Que el Señor venga pronto a destruir a Su enemigo! (2 Tes. 2:8).   

[1] Schaff, P. The Creeds of Christendom, II.113
[2] Catecismo de la iglesia Catolica (2000), #1989
[3] Hodge, Charles Comentario a la Epistola a los Romanos
[4] Confesión de Londres 1689, XXVI.4
[5] Cuando los Protestantes Protestaban (2005), mi ensayo introductorio; El Papa Anticristo - Un Llamado al Reconocimiento y la Oposicion (2006), articulo en ingles en http://ibrnb.com/articles2/?p=15 and http://ibrnb.com/articles2/?p=38.
[6] Shorter Oxford English Dictionary, 6th ed. (2007)
[7] Francis Turretin's Seven Disputation, Whether It Can Be Proven that the Pope of Rome Is the Antichrist.
[8] Shorter Oxford English Dictionary, 6th ed. (2007)
[9] Catecismo de la Iglesia Catolica, #882
[10] Catecismo de la Iglesia Catolica, #837
[11] Decretales Gregori IX, Citado por J. A. Wylie en The Papacy is the Antichrist (1888), p.45
[12] Vide Text. Decret., Cap. 7, citado por Henry Wilkinson in Puritan Sermons 1659-1689
[13] Canon Law set forth by Gregory XIII en 1591, tambien citado por Wilkinson 

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