No se puede ser un cristiano bíblico y sano en una atmósfera donde se enfatiza lo marginal, se exalta a los hombres y se manipulan y sofocan las verdades bíblicas.
No podemos tolerar sistemas doctrinalmente imprecisos, eclécticos y sincretistas que basan su unidad en metas humanas, no en principios bíblicos.
No nos
comprometeremos con movimientos cuyo éxito y expansión se basa en métodos pragmáticos y mundanos.
No podemos
dejarnos manipular por gente que proyecta espiritualidad, pero cuyo enfoque
está más en las multitudes y el progreso de sus causas que en las almas de los
creyentes sencillos y la salud espiritual de las iglesias locales.
No es
bueno, seguro, honesto, ni escritural aliarse con gente cuyas metas y
ambiciones parecen piadosas, pero están desligadas de los intereses eternos y
espirituales del verdadero reino de Dios.
Es muy
lamentable y reprochable cuando dentro de estos movimientos surgen escándalos,
divisiones, contradicciones y doctrinas espurias, pero es más lamentable y
reprochable la raíz malsana que sustenta esos movimientos. Lo peligroso no es
solo lo que se ve, sino lo que no se ve.
En este
ambiente, los sinceros y de buenas intenciones se contaminan con los errores
sistémicos y terminan volviendo cómplices, y los manipuladores se solazan en la
conveniente plataforma que encuentran para promoverse a sí mismos.
Lo que
estos movimientos terminan produciéndose son púlpitos donde lo que se predica
es apenas una sombra sin substancia de la verdad, y donde el poder redentor y santificador del evangelio bíblico es gradualmente anulado.
¿Cómo es posible anunciar con bombos y platillos eventos
¿Cómo
es posible honrar a Dios en un sistema donde las celebridades suplantan la
gloria del evangelio de Cristo y donde la atmósfera emocional sutilmente
adquiere tanto o más peso que la verdad bíblica?
Nuestra
respuesta es que no es seguro para el alma del creyente ni la vida de la iglesia caminar por esas rutas peligrosas. Y nuestra determinación es que no andaremos por ellas.
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