El Calentamiento Global


En Julio 18 del 2009, el New York Times se refirio al ex-vice-presidente Al Gore como “un Jeremías moderno” por sus solemnes advertencias sobre el calentamiento global como la amenaza más grande que existe sobre la humanidad.

Se estima que para el año 2040 el derretimiento del Polo Norte, de Groenlandia y del Polo Sur provocarán inundaciones catastróficas en el planeta. Científicos y líderes mundiales, incluyendo al presidente Barack Obama están preocupados. Algunos hablan del medio ambiente con fervor religioso y muchos dedican sus esfuerzos y recursos a convertir a los que ‘pecan’ contra el planeta ignorando los cambios climáticos. Multitudes responden cada día a este llamado y se convierten a la causa de preservar el planeta. 

Irónico. Hace muchos siglos atrás, Jesús habló de las llamas del del infierno eterno, y la misma gente que admira su mensaje de amor aborrece esa enseñanza. Dicen creer en Cristo y sentirse conmovidos por su mensaje, pero les ofende oír hablar del infierno, a pesar de que Él habló de esto más que todos los profetas y apóstoles juntos.

Él dijo que el infierno es un lugar de castigo y descomposición espiritual donde el fuego nunca se apaga y el gusano nunca muere (Mat. 25.41; Mar. 9.43); un lugar donde el cuerpo y la conciencia de los que rechazan la gracia y el perdón de Jesucristo no paran de sufrir y lamentar.
Ciertamente, esta es una “verdad inconveniente,” (como Al Gore calificó su mensaje sobre el calentamiento global), pero es la verdad de Cristo.   

¿Cómo es que multitudes aceptan la verdad inconveniente del calentamiento global, pero no la verdad de Jesús? 
 ¿Te preocupa a ti el planeta, los recursos naturales y las futuras generaciones? ¿Y qué de tu alma inmortal y de las de tus seres queridos? 

Si le temes al calentamiento global, ¿le temes también a las llamas eternas del infierno? 
¿Aceptas el mensaje de los científicos sobre la ecología y rechazas el de Jesucristo sobre la vida eterna? 
La Biblia dice: “no envió Dios a su Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para que el mundo sea salvo por él (Jn. 3:17). 
El que cree en el Hijo tiene vida eterna; pero el que rehúsa creer en el Hijo no verá la vida, sino que la ira de Dios está sobre él (Jn 3:36).   

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