La Trivialización de la Adoración


Los americanos juegan un juego llamado “trivia” que consiste en preguntas variadas acerca de diversos temas.  Algunos lo consideran educativo, pero en realidad la esencia del juego es el entretenimiento.  Por ejemplo, los temas generalmente son vanos y las preguntas sin importancia ni relación entre sí, de modo que todo lo que se aprende son datos y curiosidades intrascendentes y desconectadas el uno del otro.  De hecho la palabra “trivia” significa algo ordinario y sin importancia, y es de aquí de donde viene la palabra trivialización, que significa hacer de algo noble y valioso una cosa vana y corriente.

          Para definir las tendencias contemporáneas en la adoración a Dios, la palabra trivialización resulta muy adecuada.  Y es que la adoración que debe ser un acto centrado en Dios, regido por su Palabra, lleno de reverente gratitud, de majestuosidad, reflexión, solemnidad y sobriedad, se ha ido convirtiendo en lugar de eso en una celebración centrada en la gente, regida por los gustos y la cultura moderna y que se enfoca más en satisfacer y servir de estímulo y terapia emocional a los adoradores que en honrar a Dios como a El le agrada.  En otras palabras, lo que debe estar dedicado para el deleite de Dios, los hombres lo están usando para el deleite de ellos y así lo han trivializado y degradado.

          Decir que las tendencias de adoración contemporánea son triviales y que no tienen que ver con una adoración centrada en Dios y regida por la Escritura, es un tema muy delicado y controversial porque toca fibras emocionales muy sensibles.  Sin embargo, es un tema muy necesario para los que quieren agradar a Dios y hacer las cosas con inteligencia espiritual y fidelidad a los principios bíblicos.
         
          Para ser un poco más precisos, analicemos algunas de las características de una adoración trivializada.  (Esta lista nos puede servir para hacer un chequeo acerca de hacia dónde nosotros estamos inclinados). He aquí las características de la adoración trivializada:

1.    Se espera que satisfaga a los participantes, es decir, considera de primordial importancia que los participantes experimenten sensaciones gratificantes y estimulantes, para lo cual se echa mano del poder de la música, del estímulo de las emociones y de la fascinación de las experiencias místicas.

2.    Se enfoca en atraer la atención del mundo, esto se hace con el pretexto del evangelismo (como si la conversión dependiera del ingenio y los recursos humanos.)  El resultado de esto es la aparición de artistas cristianos imitando cada estilo, ritmo y novelería mundana existente, a fin de hacer sentir a gusto a los pecadores (y a los cristianos mundanalizados).

3.    Es dominado por el ritmo.  El ritmo es una cosa muy natural y legítima en el ser  humano en su debido tiempo y momento.   Pero el ritmo nunca debe dominar la música dirigida a Dios, pues estimula lo terrenal y lo extravagante, no lo sobrio ni lo espiritual.  La tendencia de la adoración contemporánea es no ponerle límites al dominio del ritmo.  Se usan tambores, timbales, bajos, tumbadoras, maracas y encima de eso la congregación palmea y hace sonar sus panderetas.  El resultado es un dominio totalmente desproporcionado del ritmo, de lo cual la gente obtiene un gran deleite, pero con muy poco entendimiento y con menos sobriedad y reverencia. 

4.    Se hacen distinciones que dan más importancia a unas partes del culto que a otras.  Se asume que el culto se divide en alabanza y predicación.  Luego se dice que el tiempo de la alabanza se subdivide en coros rítmicos “de júbilo” y en coros suaves “de adoración”.  Se supone que la predicación depende del efecto que se haya logrado durante la alabanza y la adoración.  Esto hace que la gente considere unas partes del culto más importantes o espirituales que las otras, rompiendo el concepto bíblico de que todo lo que se hace durante el culto es adoración.

5.    Es dominada por melodías superficiales.  Los coritos cortos, bonitos, rítmicos, románticos, repetitivos y superficiales, sustituyen a los cánticos y los himnos majestuosos.  Esto mantiene animada a la gente y la alivia de cualquier disciplina y esfuerzo mental para concentrarse en Dios.  Lo fácil, lo agradable, lo estimulante y lo superficial toma así dominio sobre lo serio, lo profundo  y lo sustancioso.

6.    Es dominada por cantos sin sustancia en su contenido.  Muchos coros parecen inspirados más por algún compositor de baladas románticas que por gente que conoce la Biblia.  Los coros individualistas en los cuales abunda la palabra “yo” son más numerosos que los coros de unanimidad congregacional en los cuales se usa la palabra “nosotros”.  Es más  usual oir letras que hablen de lo que nosotros somos, sentimos, queremos y hacemos, que de lo que Dios es, siente, quiere y hace.  Los cantos se centran más en las experiencias subjetivas, las ideas o los sentimientos de sus autores que en las doctrinas de la Escritura.  Algunos coros no tienen coherencia (aunque tienen buena música) pues la letra se hizo buscando palabras que rimaran con la música en lugar de buscar una música que se ajustara a una letra coherente y escritural.  Algunos coros son simplemente herejías cantadas.

7.    La gente pretende adorar a Dios sin preparar sus corazones.  La falta de preparación comienza con la ausencia de devoción privada y familiar en los hogares.  La gente espera que el dirigente de alabanza levante el ánimo y domine el ambiente.  Se supone que donde hay un buen grupo de alabanza y un dirigente “ungido” se va a sentir la presencia de Dios.  Esto contradice la Biblia.  Donde hay un pueblo preparado que llega reverente y agradecido ante la presencia de Dios, no va a haber necesidad de animadores ni estímulos externos.

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