Las Emociones en la Vida Espiritual

Nada requiere inclinaciones emocionales tan
vigorosas  como la vida espiritual y nada es tan
repudiable como la tibieza.  La verdadera espiritualidad
consiste en gran parte de emociones santas (J. E.).

Jonathan Edwards nació y vivió en Nueva Inglaterra (1703-1758).  Junto a George Whitefield fue uno de los más importantes promotores del Gran Avivamiento que impactó y transformó a los Estados Unidos en la época colonial del siglo dieciocho.  Es considerado una de las figuras históricas más influyentes de la historia americana.  

Edwards era un hombre retraído y poco social.  Cuando predicaba casi no se movía ni hacia gestos.  Un contemporáneo suyo describió su predicación así:

El no hacia el menor intento de predicar con elegancia de estilo, presentar ilustraciones hermosas o agradar el gusto y fascinar la imaginación de la gente; sin embargo, quebrantaba a sus oyentes con devastadores argumentos bíblicos y con una enorme intensidad de emociones.  

En 1740 Edwards predicó su sermón titulado: Pecadores en las Manos de un Dios Airado, con el cual movió a multitudes a buscar el arrepentimiento y la gracia de Dios con gran llanto y clamor y que posteriormente llegó a convertirse en de los sermones más famoso de la historia. 

El avivamiento en el que Dios usó a Edwards fue lleno de legítimas e intensas emociones religiosas.  Pero como en todo movimiento espiritual verdadero, alguna de la gente involucrada en estas experiencias cayó en errores y excesos como ponerse a quemar libros y a causar desordenes públicos lo cual hizo que los enemigos de Edwards y del evangelio condenaran el avivamiento.  Algunos de estos extremistas que eran supuestamente cristianos, según las mismas palabras de Edwards, “regresaron como el perro a su vomito.”  

Estos abusos hicieron a Edwards escribir varias obras defendiendo el avivamiento y examinando lo mejor y lo peor de las experiencias religiosas.  Fue así como nació su libro Afectos Religiosos (Religious Affections).  En ese libro el explica el rol que juegan las emociones en la vida espiritual del cristiano y las características que distinguen la verdadera y la falsa espiritualidad. 

En el capitulo uno de Afectos Religiosos, Edwards explica la naturaleza e importancia de las emociones en la vida religiosa.  Veamos algo de lo que dice:

  • El alma, o la mente (que bíblicamente son términos intercambiables) posee dos facultades: el entendimiento el cual percibe y analiza; y la voluntad o inclinación la cual recibe con agrado o con desagrado lo que percibe. 
  • Las emociones (o los afectos de la mente, como él les llama): “no son otra cosa que los ejercicios más vigorosos y sensitivos de la voluntad e inclinación del alma.”
  • El cuerpo reacciona a las emociones en la medida en que el agrado o el disgusto del alma se hace más fuerte: “con frecuencia se levantan algunas sensaciones corporales, especialmente en el corazón y en las partes vitales del cuerpo que son la fuente de sus fluidos (la sangre, etc.).  Es por eso probablemente, que a la mente, en relación a los ejercicios de esta facultad, se le ha llamado corazón en todas las naciones y en toda época. “   
  • Así que, a las reacciones provocadas por la voluntad del alma agradándose o desagradándose con lo que percibe y provocando que el cuerpo reaccione, es a lo que se le llama emociones. 
  •  El agrado e inclinación intensos y vigorosos del alma hacia algo son los afectos del amor.  Por el contrario, el desagrado o desprecio grande por algo o alguien son los afectos del odio.  
  • La inclinación intensa del alma hacia algo o alguien que está ausente es lo mismo que los afectos del deseo.  Cuando el alma aprueba con alto grado de placer algo presente eso es la misma cosa que los afectos del gozo o regocijo
  •  Es solo la mente y no el cuerpo el único y verdadero asiento de las emociones. 
  • La vida espiritual que Dios requiere y acepta, no consiste en deseos débiles, pesados y sin vida.  La Escritura insiste que seamos diligentes en mantener nuestro corazón vigorosamente envuelto en nuestra vida espiritual.
  • Las Escrituras describen abundantemente la vida espiritual en términos de emociones tales como el temor a Dios, la esperanza, el amor, el odio al pecado, el deseo, el gozo, la contrición, la gratitud, la compasión y el celo por lo santo. 
  •  Dios no solo nos da emociones, sino que hace que ellas sean en gran parte la fuente de nuestras acciones; de modo que las emociones santas son una gran parte de la vida espiritual.
  • Nunca sucede nada considerable en términos espirituales en el corazón o la vida de cualquier persona si ésta no es antes afectada profundamente en sus emociones.
 Entre los muchos versos que Edwards analiza y menciona para presentar su argumento están:

  • Romanos 12:11 – Fervientes en espíritu, sirviendo al Señor.
  • Deuteronomio. 10:12 – ¿Qué pide Jehová tu Dios de ti, sino que le temas, que andes en sus caminos, que lo ames, y le sirvas con todo tu corazón y con toda tu alma?
  • Deuteronomio. 4:5 – Y amaras al Señor tu Dios con todo tu corazón con toda tu alma, y con todas fuerzas.
 Edwards termina el primer capitulo de su libro diciendo:

Si hemos de ejercitar nuestras emociones, deberíamos de ejercitarlas en lo que es más digno: la majestad de Dios, su palabra y su gracia…Y ya que Dios ha dispuesto nuestra redención buscando alcanzar nuestras partes más tiernas y mover nuestras emociones de una manera sensible y poderosa: ¡Cuán grande motivo tenemos para humillarnos hasta el polvo por no ser más intensamente movidos en nuestras emociones por todas estas cosas! 

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