De un Anticristo a Otro: Reflexiones Sobre la Transición Papal


Por D. Scott Meadows, pastor de Calvary Baptist Church 
(Reformed) de Exeter, New Hampshire
Traducido por Víctor B. García 
(Este artículo fue escrito antes de que se diese a conocer que
Jorge Mario Bergoglio, ahora llamado Francis, sería el nuevo Papa)
Joseph Ratzinger (mejor conocido como Su Santidad el Papa Benedicto XVI) anunció que renunciará al papado para finales de Febrero, 2003. El proceso de seleccionar a un sucesor ha comenzado acaparando gran atención en los medio de comunicación. Como teólogo y líder pastoral, mi conciencia me impulsa a comentar.

Años atrás me preguntaron mi opinión sobre el nuevo cardenal de Boston. Yo respondí, "eso es como preguntar mi opinión acerca del nuevo capitán de un barco de piratas. Este proyecto es ilegitimo en su totalidad." No niego que estos eventos puedan tener implicaciones importantes, pero protesto enérgica y solemnemente contra el despliegue de reverencia y asombro por los Papas y las institución Catolico-Romana, aun de gente que supuestamente debería entender mejor las cosas.

Un gran campeón de la fe bíblica llamado J. Gresham Machen escribió un magnífico libro titulado, Cristianismo y Liberalismo (1923). En él, Machen detonó una poderosa y perdurable explosión en contra del liberalismo teológico declarando que este no es cristianismo en lo absoluto, sino una religión alternativa en competencia y profundamente en contra del cristianismo. 

Esto mismo es también verdad acerca de la Iglesia Católica Romana (ICR). Claramente no es el cristianismo de los apóstoles del Nuevo Testamento ni de la iglesia inicial, como lo disciernen y lo confirman los que están de acuerdo con los apóstoles y son conocedores del catolicismo romano. En puntos cruciales, la iglesia romana se ha opuesto tenazmente a la fe una vez entregada a los santos. Históricamente hasta ha masacrado a una gran multitud de creyentes cristianos injustamente clasificados como herejes. 

Al menos, desde el Concilio de Trento (1545-1563) la iglesia romana ha repudiado formal, meticulosa y vociferantemente el evangelio bíblico de Jesucristo pronunciando maldición sobre cualquiera que se atreva a predicarlo. Por ejemplo, el concilio proclamó,

CANON XII. Si alguien dice que la fe justificadora es nada más que confianza en la misericordia divina que remite los pecados por causa de Cristo, o que solo por esta confianza es por la cual somos justificados, sea anatema [1].

Que ésta sigue siendo la posición de la iglesia romana hoy es claro por el hecho de que en su catecismo moderno (versión del año 2000) aun apela a Trento como una declaración doctrinal autoritativa y enseña siguiendo esta misma línea.

La justificación no es solo la remisión de los pecados, sino también la santificación y la renovación del hombre interior (Concilio de Trento, 1547) [2]. Aunque excede el enfoque de este comentario vindicar la doctrina bíblica de la justificación solo por fe aparte de nuestras obras, permítanme recordar este pasaje de la escritura:

 Ya que por las obras de la ley ningún ser humano será justificado delante de él; porque por medio de la ley es el conocimiento del pecado. Pero ahora, aparte de la ley, se ha manifestado la justicia de Dios, testificada por la ley y por los profetas; la justicia de Dios por medio de la fe en Jesucristo, para todos los que creen en él. Porque no hay diferencia, por cuanto todos pecaron, y están destituidos de la gloria de Dios, siendo justificados gratuitamente por su gracia, mediante la redención que es en Cristo Jesús (Rom.3:20-24).

El prominente teólogo reformado Charles Hodge comentó correctamente acerca de este pasaje,

La justicia de Dios que se revela en el evangelio debe ser obtenida por fe, no por obras, no por nacimiento, no por ningún rito externo, ni por la unión con ninguna iglesia visible sino simple y únicamente por la fe en Cristo, recibiéndolo y descansando en Él [3].

Si los pronunciamientos de la iglesia Romana en el concilio de Trento son verdad, sin duda el estimado Señor Hodge será consignado al infierno eterno por escribir esto. 

Hoy día, la reputación de la iglesia romana entre muchos cristianos creyentes en la Biblia es considerablemente mejor que en los días de la reforma protestante. Este cambio es injustificado y peligroso. La iglesia Romana aun representa la misma apostasía anti-cristiana que lanzó maldiciones como antorchas y castigó quemando literalmente vivos y reduciendo a  cenizas quemadas los cuerpos de sinceros cristianos eminentes por su conocimiento y piedad. Su política puede haber cambiado de las ejecuciones masivas a la seducción ecuménica, pero sigue propagando mentiras infernales sobre el camino de la salvación.  La vieja advertencia de Pablo se ha aplicado a la iglesia Romana por siglos:

Pero el Espíritu dice claramente que en los postreros tiempos algunos apostatarán de la fe, escuchando a espíritus engañadores y a doctrinas de demonios; por la hipocresía de mentirosos que, teniendo cauterizada la conciencia, prohibirán casarse, y mandarán abstenerse de alimentos que Dios creó para que con acción de gracias participasen de ellos los creyentes y los que han conocido la verdad (1 Timoteo 4:1-3). 

La iglesia Católica tiene un legado de abstenciones ascéticas respecto al matrimonio y a ciertas comidas, las mismas manifestaciones de las herejías detestables tan peligrosas para la verdadera iglesia.

Por la inspiración del Espíritu Santo, Pablo publicó una maldición divinamente sancionada que ahora se aplica a la iglesia de Roma:
           
Más si aun nosotros, o un ángel del cielo, os anunciare otro evangelio diferente del que os hemos anunciado, sea anatema.Como antes hemos dicho, también ahora lo repito: Si alguno os predica diferente evangelio del que habéis recibido, sea anatema (Gálatas 1:8-9).

Por cerca de trescientos años, los protestantes reconocieron consistentemente la profunda amenaza espiritual que la iglesia de Roma significaba para la raza humana. Que había un acuerdo casi universal acerca de esto es evidente por el fuerte consenso en las declaraciones de las confesiones de fe reformadas. Por ejemplo, la Confesión Bautista de Fe de Londres de 1689 proclama, como parte de "las cosas que son claramente creídas entre nosotros,"

La Cabeza de la Iglesia es el Señor Jesucristo, en quien, por el designio del Padre, todo el poder requerido para el llamamiento, el establecimiento, el orden o el gobierno de la Iglesia, está suprema y soberanamente investido. No puede el papa de Roma ser cabeza de ella en ningún sentido, sino que él es aquel Anticristo, aquel hombre de pecado e hijo de perdición, que se ensalza en la Iglesia contra Cristo y contra todo lo que se llama Dios, a quien el Señor destruirá con el resplandor de su venida.  (Confesión de 1689, XXVI.4).  

 La Confesión de Fe de Westminster, (1646, Presbiteriana) y la Declaración de Savoy (1658, Congregacional), dicen lo mismo. En algunos de mis otros escritos, he ofrecido una larga lista de citas de líderes de iglesias protestantes de los últimos cuatro siglos que muestran simpatía con esta fuerte oposición y total repudio hacia a la iglesia Romana como la iglesia verdadera [5].
Los hombres piadosos de hoy día pueden debatir si el Papado debería ser identificado como "ese anticristo" específicamente predicho por el Espíritu Santo a través de Pablo en Segunda Tesalonicenses 2. Personalmente, no me afectan las diferencias en cuanto a este punto en particular. Sin embargo, en mi opinión, la gente con discernimiento no puede dudar que el papado es, al menos, un anticristo.  

El despreciable término anticristo" contiene un prefijo que puede ser correctamente entendido de dos maneras. Un diccionario moderno dice que "anti" conlleva un sentido de antagonismo y oposición, [6] con lo cual todos estamos familiarizados. Sin embargo, puede ser que algunos no se den cuenta que el prefijo griego también puede significar "en lugar de." El excelente académico protestante Francis Turretin (1623-1687) escribió un extenso tratado en latín, organizado bajo 23 tópicos y 4 apéndices, para probar la tesis de que el papado es el anticristo predicho en la Escritura. Acerca de la palabra anticristo, escribió,

El término anticristo conlleva dos significados: 1) que él es un enemigo y rival de Cristo; 2) que él es el vicario. La definición del prefijo anti, ciertamente introduce ambos, los cuales cuando son usados en conjunción con un nombre, significan, por un lado, antes, y por el otro, en contra. También puede significar en lugar de, y substituto…En este sentido, el anticristo se presenta ciertamente como el gran adversario de Cristo, en el sentido de que se hace a sí mismo igual a Cristo como un rival, mientras profesa ocupar el lugar de Cristo sobre la tierra como Su vicario [7].
    
La iglesia Romana insiste que el Papa es el vicario de Cristo (del latín vicarius que significa substituto) [8]. He aquí la evidencia sacada de su mismo catecismo:

Porque el pontífice Romano, a causa de su posición como vicario de Cristo, y pastor de la iglesia en su totalidad, tiene poder pleno, supremo y universal sobre la iglesia entera, un poder que él siempre puede ejercer sin restricción [9].

 Pocos cristianos parecen estar conscientes de los blasfemos títulos honoríficos y prerrogativas divinas que la iglesia Romana reclama para su Papa, incluyendo el título de "pontífice supremo" [10] (es decir: puente, mediador entre Dios y el hombre; vea 1 Tim. 2:5) y "Señor y Dios," [11] además de otras declaraciones idólatras como esta: "Puesto que el Papa es Dios, no puede ser atado o desatado por los hombres" [12].

Es claro, entonces, que para la iglesia Romana el Papa está por encima de la Escritura, los concilios, los príncipes y todos los poderes de la tierra a causa de su divinidad [13].

Puesto que se presenta a sí mismo como el representante de Cristo, cualquier Papa en particular representa una amenaza de seducción mucho más grande para los cristianos profesantes que, por ejemplo, el Dalai Lama, el lama principal de la orden budista tibetana, puesto que este no pretende ser cristiano.

Así que aparentemente estamos a punto de ver la transición de un Papa a otro, es decir, de un anticristo a otro. ¿Se me puede culpar por no mostrar preferencia por ninguno de los subordinados de Satanás?

Si Dios me ayuda, no me retractaré, aun bajo amenaza de martirio. Oro por la ruina total de este reino satánico. ¡Que todos los fieles seguidores de Cristo se me unan! En nuestra generación más que nunca, la resistencia valerosa puede marcar la diferencia entre los de entendimiento sano y profunda convicción y los ingenuos y acobardados. ¡Que el Señor venga pronto a destruir a Su enemigo! (2 Tes. 2:8).   

[1] Schaff, P. The Creeds of Christendom, II.113
[2] Catecismo de la iglesia Catolica (2000), #1989
[3] Hodge, Charles Comentario a la Epistola a los Romanos
[4] Confesión de Londres 1689, XXVI.4
[5] Cuando los Protestantes Protestaban (2005), mi ensayo introductorio; El Papa Anticristo - Un Llamado al Reconocimiento y la Oposicion (2006), articulo en ingles en http://ibrnb.com/articles2/?p=15 and http://ibrnb.com/articles2/?p=38.
[6] Shorter Oxford English Dictionary, 6th ed. (2007)
[7] Francis Turretin's Seven Disputation, Whether It Can Be Proven that the Pope of Rome Is the Antichrist.
[8] Shorter Oxford English Dictionary, 6th ed. (2007)
[9] Catecismo de la Iglesia Catolica, #882
[10] Catecismo de la Iglesia Catolica, #837
[11] Decretales Gregori IX, Citado por J. A. Wylie en The Papacy is the Antichrist (1888), p.45
[12] Vide Text. Decret., Cap. 7, citado por Henry Wilkinson in Puritan Sermons 1659-1689
[13] Canon Law set forth by Gregory XIII en 1591, tambien citado por Wilkinson 

A Satanás Nunca le Falta una Manzana para Eva


Por Thomas Brooks, de su sermon "El Cristiano Callado Bajo la Vara de la Disciplina" Londres, 1659) 

 Aunque ha estado en cadenas por miles de años desde la victoria de Cristo en la cruz, Satanás no ha descansado de día ni de noche, ni siquiera por una hora durante todo este tiempo. Él sigue oprimiendo, inquietando, atacando y acechando en cadenas como un príncipe en rebelión. 

El Diablo no es un cordero sino un león. Un león rugiente, no un león durmiente; no es un león pasivo sino activo, buscando a quien devorar. Él no se satisface con las presas que ha atrapado pues se mantiene inquieto en su afán de llenar el infierno de almas condenadas.

A él nunca le falta una manzana para que Eva desobedezca; una viña para que Noé se emborrache, una vestidura para que Giezi codicie, un lingote de oro para que Acán se corrompa, una corona para que Absalón divida al pueblo de Dios, una bolsa de oro para que Judas traicione a Cristo, una seducción mundana para que Demas abandone a Pablo.

Si observas entre cierto tipo de gente verás a Satanás sirviendo sus platos delicados de pecado para cada paladar. Si observas entre otro, lo verás ofreciendo una correa a la medida de cada zapato. Si ves a otro, lo encontraras ajustando una vestidura a cada cuerpo.

Aquí, con Jael, él seduce a las pobres almas con leche para luego atravesarlas con una estaca. Allá con Joab, por un lado extiende su mano para abrazar, por el otro para clavar un puñal.  Por allí, con Judas, él besa a la vez que traiciona. Y luego, con Babilonia, ofrece una copa de oro pero llena de veneno.

Nadie piense, dice Lutero, que el diablo ya está acabado o que está dormido; porque así como no se adormecerá ni dormirá el que guarda a Israel, Satanás tampoco descansa ni duerme.








Los Reformadores del Siglo Dieciséis

Compilado por Víctor B. García 
La reforma del siglo XVI no fue el trabajo de un solo hombre, sino de cientos de hombres y mujeres que Dios levantó en diferentes lugares y  circunstancias con la visión de retornar a la verdad de las Escrituras.  Fue una obra de Dios en el que las circunstancias y el corazón de los hombres fueron preparados de una manera providencial y sobrenatural para sacar al mundo de las tinieblas de la religión falsa basada en las tradiciones y el eclecticismo cristiano-pagano y traerla a la luz del evangelio de la gracia bajo la autoridad de las sagradas Escrituras.  

Ulrico Zwinglio (1484-1531) Nació en Suiza y encabezó una reforma en Zurich similar a la de Lutero en Alemania, pero independiente de él. Enseñó que la Biblia  era la única autoridad del cristiano, no la iglesia, la tradición ni el Papa. Su teología y  moralidad se basaban en el principio de que el cristiano no tenía que creer ni practicar nada que el Antiguo o el Nuevo Testamento no mandara explícitamente. Denunció el uso de la música, la pintura y las esculturas en las iglesias. En 1529, en lo que se conoce como "el coloquio de Marburg" tuvo un desacuerdo histórico con Lutero en cuanto al pan y el vino de la comunión que para él eran solo un memorial, contrario a lo que pensaba Lutero quien decía que eran sustancialmente la presencia del cuerpo y la sangre del Señor.     

Martín Bucer (1491-1551) Reformador suizo que a su conversión abandonó la Orden Franciscana.  En 1523 fue a Estrasburgo donde llegó a ser uno de los principales estadistas entre los reformadores.  En 1549 tuvo que dejar Estrasburgo y fue a vivir a Inglaterra donde ayudó a Tomás Cranmer en la elaboración de “El Libro de la Oración Común,” manual de adoración usado por la iglesia Anglicana.    

Guillermo Farel (1489-1565) Una noche, Calvino iba de paso por Ginebra y decidió quedarse a dormir allí.  Farel, quien había estado trabajado arduamente por reformar la ciudad,  al saber de su llegada le pidió ayuda para hacer la obra.  Calvino se negó pues lo que estaba buscando era tranquilidad para escribir y leer.  Farel le dijo: “Dios maldiga tu descanso y tu tranquilidad, si ante una necesidad tan grande te niegas a prestar socorro.” Como resultado de esta radical confrontación Calvino se quedó en Ginebra y Dios lo usó allí por más de dos décadas.  Tiempo después, refiriéndose a su encuentro con Farel, Calvino escribió: “Sentí que Dios puso sobre mí su poderosa mano para detenerme.  Estaba tan lleno de terror que desistí del viaje que había comenzado..."   

Juan Calvino (1509-1564) Nació en Francia donde estudió leyes y teología.   Escribió “Las Instituciones de la Religión Cristiana,” uno de los libros más importantes del cristianismo protestante.  Fue pastor en la ciudad de Ginebra en Suiza, que sirvió de refugio a miles de ministros y cristianos perseguidos en Europa, y de donde salieron innumerables pregoneros del evangelio a numerosos países. Fue el teólogo, misionero, pastor y estadista más influyente de la época.  
    
Teodoro de Beza (1519-1605).  Discípulo y sucesor de Calvino como líder del movimiento reformado en Ginebra, Suiza.  Antes de llegar a Ginebra era un abogado que disfrutaba escribiendo poesía.  Fue protector y consejero de los perseguidos cristianos franceses conocidos como hugonotes.  Como Lutero, fue un talentoso traductor y sus versiones griega y latina del nuevo testamento fueron la base para las históricas y revolucionarias traducciones protestantes King James y Geneva.

Juan Knox (1505 - 1572) Uno de los principales líderes de la reforma y fundador del presbiterianismo en Escocia.  En 1543, siendo un sacerdote católico oyó de las doctrinas reformadas a través de Jorge Wishart, un mártir por el evangelio que había estudiado bajo Martín Lutero. En Julio de 1574 lo esclavizaron en un barco francés por diecinueve meses, después de lo cual trabajó en Inglaterra por diez años.  Después de estar por varios años con Calvino en Ginebra, regresó a Escocia en 1559 donde Dios lo usó para un gran avivamiento.  Escribió el libro, “La Historia de la Reforma en Escocia.”  

Martin Lutero (1483 - 1546) Nació en Eisleben, estudió leyes y luego entró en un monasterio en Erfurt antes de obtener su doctorado y ser profesor de teología en la universidad de Wittenberg, ciudad donde también predicó en la iglesia donde era sacerdote.  Su elocuente predicación sobre la gracia, la fe, Cristo y la autoridad de las Escrituras, así como su temperamento ardiente encendieron la llama de la reforma.  El evento más notable de su vida, entre otros muchos, fue cuando el 31 de Octubre de 1517 clavó sus noventa y cinco tesis en la puerta de su iglesia en Wittenberg contradiciendo la venta de indulgencias y algunas otras doctrinas y prácticas de la iglesia católica. 

Felipe Melanchthon (1497–1560) Académico y humanista Alemán. Después de Martín, Lutero, fue la figura más importante en la reforma Luterana. Cuando conoció a Lutero enseñaba griego en la universidad de Wittenberg, donde pronto se hicieron amigos.  El logró explicar el mensaje del evangelio a la gente ajena al movimiento de la reforma.  En la dieta de Augsburgo (1530) escribió y presentó la Confesión de Augsburgo. 

Guillermo Tyndale (1496-1561) fue un teólogo y académico inglés que hablaba con fluidez ocho lenguajes. Fue el primero en aprovechar el invento de la imprenta de Gutenberg para imprimir el Nuevo Testamento en el idioma inglés. La traducción de Tyndale fue prohibida, incluyendo sus comentarios, y él fue condenado como un hereje. El rey Henry VIII ordenó que fuese quemado en una hoguera en 1536. 

Cristo y el Mensaje de Spurgeon


"…Y al decir Cristo no me refiero solo a su ejemplo y sus preceptos éticos, sino a su sangre redentora, a la gloriosa satisfacción que hizo para expiar el pecado humano y a la grandiosa invitación que proclama 'cree y vivirás'" (Ch. Spurgeon).


He aquí una pequeña colección de las explicitas y repetidas amonestaciones de Spurgeon por un evangelio centrado en  la persona y la obra de Cristo. El mensaje que necesita oír hoy la iglesia y el mundo.  

Sermón # 2899, Julio, 9, 1876
El lema de todo verdadero siervo de Dios debe ser: "Nosotros predicamos a Cristo y a este crucificado."  Un sermón sin Cristo es como un pan sin harina. ¿No hay Cristo en tu sermón, caballero? Entonces vete a casa y nunca prediques de nuevo hasta que tengas algo que valga la pena oír.

Sermón # 768, sin fecha
¿Dejar a Cristo  afuera? ¡Oh hermanos, mejor abandonen el púlpito por completo! Si un hombre puede predicar un sermón sin mencionar el nombre de Cristo debería ser su último sermón, o al menos, el último que cualquier verdadero cristiano debería querer escuchar de él.

Sermón #1625, Octubre, 23, 1881
Deja a Cristo fuera de tu sermón y no estarás haciendo nada. Señor panadero, dile a todo Londres que estás haciendo pan sin harina; anuncia en todos los periódicos 'Pan sin Harina' y pronto tendrás que clausurar tu panadería porque tus clientes saldrán corriendo hacia otro lugar.  Un sermón en el cual Cristo no sea el principio, el medio y el fin es un error en concepto y un crimen en ejecución. No importa cuán altilocuente sea tu lenguaje, sin Cristo cualquier sermón será mucho alboroto para nada.  Y al decir 'Cristo' no me refiero solo a su ejemplo y sus preceptos éticos, sino a su sangre redentora, a la gloriosa satisfacción que hizo para expiar el pecado humano y a la grandiosa invitación que proclama "cree y vivirás."

Sermón # 558, Marzo, 6, 1864
Conozca a alguien que dice que yo siempre toco la misma vieja cuerda y que ya no vendrá más a escucharme a menos que predique sermones sin Cristo. ¡Ah! este hombre nunca regresará mientras mi lengua pueda moverse, porque un sermón sin Cristo es como un arroyo sin agua, una nube sin lluvia, un pozo que se burla de los sedientos, un árbol dos veces muerto y desarraigado, un cielo sin sol o una noche sin estrellas.  Un sermón sin Cristo es como la región de los muertos - un lugar de lamento para los ángeles y de risa para los demonios.  ¡Oh cristiano, debemos tener a Cristo! Asegúrate que cada día al despertar obtengas a través de la contemplación de su persona, un fresco sabor a Cristo. Vive todo el día, en cuanto te sea posible, sazonando tu corazón con Él, y luego, por la noche, acuéstate con Él mientras invocas su nombre con tus labios.

Sermón, 3288, Febrero, 11, 1866
Yo iría con mucha más rapidez  a una mesa rustica para comer en un plato de madera algo que sacie mi apetito  que a una mesa elegante en la cual no hubiese nada que comer. Sí, es Cristo, Cristo, Cristo a quien tenemos que predicar; y si no lo hacemos estaremos abandonando el alma misma del evangelio. Los sermones sin Cristo llenan de alegría el infierno. Los predicadores sin Cristo, los maestros de escuela dominical sin Cristo, los líderes de grupos sin Cristo, los tratados sin Cristo, ¿Qué están haciendo? Simplemente están preparando el molino para la molienda sin haber puesto grano en el triturador.  Toda su labor es en vano. Si dejas a Cristo fuera simplemente estás  golpeando al aire o yendo a la guerra sin arma alguna para combatir al enemigo.

Sermón # 1540, Mayo, 30, 1880
El Espíritu de Dios no da testimonio de los sermones sin Cristo. Si Él no está en tu predicación, el Espíritu Santo nunca vendrá sobre ti. ¿Por qué habría de hacerlo? ¿No ha venido Él con el propósito de testificar de Cristo? ¿No dijo el Señor, "Él me glorificará porque tomará de lo mío y os lo hará saber" (Jn. 16.14)? Sí, su objeto era Cristo y nadie sino Él, y esa es la enseñanza que el Espíritu Santo confirmará. Que Dios nos guarde de alejarnos de este punto central -  que nuestra determinación sea no conocer nada más importante que Cristo y este crucificado.

Sermón # 2449, Mayo, 17, 1887
Donde Cristo no es central, no hay nada de unción ni nada de sabor, y los hombres hacen lo correcto en no someterse a un ministerio así. El ministro que deja a Cristo fuera de su predicación le está quitando la leche a los niños y la carne a los adultos; pero si tu objetivo como maestro y predicador es glorificar a Cristo y guiar a los hombres a que crean en Él y lo amen, esa es la obra donde el corazón de Dios se halla. Si haces esto, el Señor y tú apuntan hacia la misma dirección.   

Los Pre Reformadores

 La reforma Protestante del siglo dieciséis fue una de las épocas más extraordinarias de la historia de la iglesia.  Dios levantó soberanamente, en diversos países de Europa, de manera casi simultánea, hombres y mujeres que estuvieron dispuestos a todo, aun a ser torturados o a morir quemados, para rescatar las verdades bíblicas que la falsa religión, la ignorancia y la superstición habían suprimido durante el oscurantismo espiritual de la Edad media. 

Pero aun antes de la Reforma hubo hombres que aunque fueron silenciados, prepararon el camino para los reformadores que habrían de venir más adelante. Los siguientes nombres son sólo algunos de los cientos que se levantaron durante la Pre-reforma.  

Estos fueron hombres que tuvieron la visión y el celo de levantar sus voces para pregonar la verdad de las Escrituras en medio de las tinieblas espirituales de sus días.  Muchos de ellos pagaron con sus vidas su amor y su lucha por esa verdad, pero su obra y su semilla inspiró y dio vida a la obra de los reformadores.  

Pedro Waldo (1140 - 1217) Fue un rico mercader que vivió en Lyon, Francia.  Su conversión sucedió cuando después de escuchar un canto sobre Dios, le preguntó al sacerdote cual era el mejor camino a Dios. El sacerdote le citó Mateo 19.21 que habla de vender todo lo que tienes y seguir a Cristo.  Él hizo eso y de allí en adelante vivió una vida de pobreza y servicio.  Sus seguidores, conocidos como los valdenses, creían que la Biblia era la única fuente de autoridad y rechazaban la organización y muchas de las enseñanzas de la Iglesia Romana.  Por siglos, los Waldenses fueron perseguidos debido a sus radicales creencias.    

Juan Wyclife (1329 - 1384) Fué un prominente filósofo y reformador inglés durante el fin de la Edad Media.  Enseñaba en la universidad de Oxford y fue invitado a servir en la corte por el potentado Juan de Gaunt.  Promovió el conocimiento y la autoridad de la Biblia y fue condenado por el Papa en 1377 por apoyar al gobierno en su intento de confiscar las propiedades de los curas corruptos.  Publicó una traducción al inglés de la Biblia conocida como la Vulgata Latina.  Por su visión de reformador en la época más oscura de la edad media es conocido como “La Estrella Temprana de la Reforma”    

Juan Hus (1374-1415) Fue ordenado como sacerdote en 1401 y dedicó mucho de su carrera como profesor en la universidad Charles en Praga.  Fuertemente influenciado por Wycliffe, afirmó que sólo las Escrituras y no la iglesia tenían autoridad divina.  Aun siendo un sacerdote católico, afirmó que sólo Dios puede perdonar pecados.  Sus enseñanzas lo pusieron en conflicto con la Iglesia y en 1415 fue citado al Concilio de Constanza para defender sus creencias.  Allí fue juzgado y condenado a morir quemado sin que se le diera la oportunidad de explicar su fe.   

Jeronimo Savonarola (1452 - 1498). Fue un monje de la Orden Dominica que vivió en Florencia, Italia.  Predicaba como un profeta con “rayos y truenos,” contra la iglesia con un mensaje de arrepentimiento similar al de Juan el Bautista.   Durante el carnaval Florentino en 1497, organizó “la fogata de las vanidades” para protestar contra el materialismo y la inmoralidad de los habitantes de la ciudad.  El Papa Alejandro VI lo excomulgó y junto a sus frailes Dominico de Pescia y Silvester Maruffi, lo colgó y lo quemó en la plaza Signoria en Florencia el 23 de Mayo de 1498.