El Arminianismo al Descubierto

¡Ay del que pleitea con su Hacedor!
¡El tiesto con los tiestos de la tierra!
¿Dirá el barro al que lo labra: ¿Qué haces? 
(Isaías 45.9)

El arminianismo es llamado así en conexión con Jacobo Arminio, el teólogo Holandés del siglo diecisiete cuyos discípulos, “los antagonistas,” fueron silenciados temporalmente en Holanda por los cánones del sínodo de Dort (los cinco puntos calvinistas). Aquella batalla doctrinal entre los reformados y los antagonistas fue histórica; pero a pesar de la victoria que las doctrinas de la gracia obtuvieron en esa ocasión, el arminianismo no desapareció.   En realidad, el arminianismo siempre ha existido, siempre ha sido antagonista de la gracia de Dios, y nunca dejará de existir mientras exista la injuriosa y falsa idea del libre albedrío. 

Fue el espíritu del armininianismo lo que hizo a Adán cubrirse con hojas de higuera para, según el, ocultar su desnudez delante de Dios. Las hojas de higuera representan la actitud insensata del arminianismo. Adán pensaba que él se podía cubrir a si mismo sin necesidad de Dios, así como los arminianos piensan que la salvación depende del libre albedrío, de la decisión y de la fe de ellos y no de la gracia soberana.

Los reformadores, que afirmaban la soberanía de la gracia divina combatieron el arminianismo de los “antagonistas” cuando este apareció en Holanda. Agustin de Hipona, en el siglo cuarto la combatió cuando aun no se llamaba arminianismo y se manifestó en su peor forma en la doctrina de Pelagio el hereje.

Por eso John Owen, el puritano inglés heredero de la teología reformada se refirió al arminianismo como “el viejo ídolo pelagiano del libre albedrío que con su compañera, la diosa casualidad, pretenden subir hasta el trono del Dios del cielo para afrentar su gracia, su providencia y su supremo dominio sobre los hijos de los hombres.”

¿Cuál es la raíz del arminianismo? Es la corrupción de la naturaleza carnal del hombre la cual entenebrece el alma con una niebla de ignorancia que la inhabilita para comprender la verdad divina. El arminianismo se arma de prejuicios y oposición contra la soberanía de Dios contradiciéndola o minimizándola.

La causa del trastorno arminiano es la avidez de ser auto-suficientes. No hay nada por lo que los hombres contiendan tanto como por ser independientes. Al orgullo humano le exaspera depender de Dios para su salvación; le desagrada pensar que sea El quien controle sus acciones. Los hombres reclaman el poder para forjar su propia felicidad y luchan por liberarse del gobierno supremo de la soberanía de Dios. Esta es la amarga raíz de donde brotan todas las herejías y calamitosas contiendas que han afligido a la iglesia.

Todas las agitadas disputas de la razón carnal contra la palabra de Dios se reducen a esta cuestión: ¿A quién se debe la parte primordial y suprema en la disposición de lo que sucede en este mundo? ¿A Dios o al hombre? Los hombres, en su mayoría, se adjudican a si mismos esta preeminencia. Ellos reclaman que tiene que ser así, de lo contrario Dios es injusto y sus caminos son torcidos. Nunca nadie ha procurado tan resueltamente erigir la Babilonia espiritual del libre albedrio como los Arminianos. Ellos, enceguecidamente son los patrocinadores de la auto-suficiencia humana.

El Calentamiento Global


En Julio 18 del 2009, el New York Times se refirio al ex-vice-presidente Al Gore como “un Jeremías moderno” por sus solemnes advertencias sobre el calentamiento global como la amenaza más grande que existe sobre la humanidad.

Se estima que para el año 2040 el derretimiento del Polo Norte, de Groenlandia y del Polo Sur provocarán inundaciones catastróficas en el planeta. Científicos y líderes mundiales, incluyendo al presidente Barack Obama están preocupados. Algunos hablan del medio ambiente con fervor religioso y muchos dedican sus esfuerzos y recursos a convertir a los que ‘pecan’ contra el planeta ignorando los cambios climáticos. Multitudes responden cada día a este llamado y se convierten a la causa de preservar el planeta. 

Irónico. Hace muchos siglos atrás, Jesús habló de las llamas del del infierno eterno, y la misma gente que admira su mensaje de amor aborrece esa enseñanza. Dicen creer en Cristo y sentirse conmovidos por su mensaje, pero les ofende oír hablar del infierno, a pesar de que Él habló de esto más que todos los profetas y apóstoles juntos.

Él dijo que el infierno es un lugar de castigo y descomposición espiritual donde el fuego nunca se apaga y el gusano nunca muere (Mat. 25.41; Mar. 9.43); un lugar donde el cuerpo y la conciencia de los que rechazan la gracia y el perdón de Jesucristo no paran de sufrir y lamentar.
Ciertamente, esta es una “verdad inconveniente,” (como Al Gore calificó su mensaje sobre el calentamiento global), pero es la verdad de Cristo.   

¿Cómo es que multitudes aceptan la verdad inconveniente del calentamiento global, pero no la verdad de Jesús? 
 ¿Te preocupa a ti el planeta, los recursos naturales y las futuras generaciones? ¿Y qué de tu alma inmortal y de las de tus seres queridos? 

Si le temes al calentamiento global, ¿le temes también a las llamas eternas del infierno? 
¿Aceptas el mensaje de los científicos sobre la ecología y rechazas el de Jesucristo sobre la vida eterna? 
La Biblia dice: “no envió Dios a su Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para que el mundo sea salvo por él (Jn. 3:17). 
El que cree en el Hijo tiene vida eterna; pero el que rehúsa creer en el Hijo no verá la vida, sino que la ira de Dios está sobre él (Jn 3:36).   

El Patético y Peligroso Caso de un Jesús Infatuado (parte 2)


Calquéo de José Luís con Herejes de la Historia

Si sus seducidos seguidores no fueran vidas preciosas camino 
hacia la ruina, las  pretensiones de José Luís darían más risa;
 y si esos seguidores despertaran de su estupor se darían cuenta
que el caso de su patético líder no es único y que en cada 
caso, esas herejías terminaron en desgracia y calamidad


Hasta que Dios lo estremezca y haga que sus desquiciadas obsesiones lo consuman, a José Luís de Jesús Miranda no lo va a detener nada ni nadie.  Su colosal megalomanía no lo deja ver la realidad, especialmente porque los seguidores que aun le quedan se siguen alimentado de sus grotescas proclamaciones.  Después de dos divorcios escandalosos, de un juicio por fraude fiscal, de divisiones internas en su organización y de numerosas indiscreciones de tipo moral, el hombre se sigue llamando presidente mundial de las naciones.  

Así como Nimrod se rebeló contra el orden patriarcal y se auto-proclamó cabeza suprema del gobierno mundial de Babel, José Luís, a un nivel muy inferior por supuesto, se ha rebelado contra lo que él llama “el sistema religioso” e insiste en establecer su ilusorio “Gobierno de Dios en la Tierra.”
  
      Nimrod fue el primer poderoso en la tierra después del diluvio.  Sus hazañas hicieron que la gente lo reconociera como “vigoroso cazador delante de Jehová” (Gen. 10.8-12).   El cazaba fieras como David, pero contrario a David, lo hacía para engrandecerse y hacerse un nombre, no para proteger las ovejas.  Su legendaria intrepidez con las bestias salvajes dio lugar al dicho: “así como Nimrod poderoso cazador delante de Jehová” (Gen. 10.9), el cual después se aplicó a todos los hombres prominentes y temerarios de la época.

      La frase “delante de Jehová” es un poco ambigua en español.  Pareciera significar que Nimrod cazaba para Dios o estaba de su lado, pero no.  En realidad, en este pasaje, el sentido de la palabra “delante” (lipney en hebreo) es “en contra.”  Es la misma palabra que se usa en Números 16.2 que habla de Coré, Datán y Abirán los rebeldes que “se levantaron contra Moisés,” y en Proverbios 15.11 que muestra al Seol y al Abadón “delante” de Jehová.  Una traducción más exacta podría ser, “Nimrod, el poderoso cazador que desafiaba a Jehová,” o “en contra de Jehová.”  Esta interpretación la confirma el nombre Nimrod, que significa “rebelémonos.”  Nimrod no era un simple rebelde; era incitador de la rebeldía.     

Su liderazgo se manifestaba no solo en su valentía para cazar fieras.  El se distinguía por su irreverencia, su actitud desafiante al hablar, su oposición al sistema patriarcal establecido por Dios, su sagacidad para cautivar a sus seguidores y sus ambiciosas pretensiones globales.  Nadie lo podía parar.  Dios mismo lo dijo cuando descendió para ver su proyecto en Babel, la cabeza de su reino: “He aquí el pueblo es uno, y todos éstos tienen un solo lenguaje; y han comenzado la obra, y nada les hará desistir ahora de lo que han pensado hacer” (Genesis 11:6).  

Nimrod tenía todo bajo control.  Era megalo-maniaco, sus recursos eran vastos, su visión global y sus seguidores numerosos.  No había quien le pudiera hacer frente.  Lo que no tomó en cuenta es que se estaba metiendo a jugar con el Dios verdadero, con el cual no se juega.  José Luís no es formidable como Nimrod, pero si insolente y pretencioso.  También  se ha levantado contra el nombre de Jehová (literalmente él detesta el nombre de Jehová) y habla de levantar un reino mundial del cual él será la cabeza. 

Lo recuerdo hace algunos años cuando predicaba en la radio 1080 AM en Miami.  Fue allí que gradualmente comenzó a hacer oír su retórica.  No hubo pastor, protesta ni oposición que le pudieran contrarrestar.  Su contumacia lo hizo infamemente notorio en la ciudad.  Y de Miami saltó a la fama internacional haciendo alarde de sus delirios y desafiando a todo mundo frente a los medios de comunicación.  Su irreverencia, sagacidad, ambición y resolución le fueron ganando cientos de seguidores. 

El hombre parecía incontenible.  Su autosuficiencia era frenética, sus recursos se multiplicaron y su visión se expandió.  Y a medida vio multiplicarse la adulación, el dinero y el placer que le ofrendaban sus idolatras adeptos, su ego se embriagó más.  A su alrededor se creó un movimiento de gente enajenada donde todos hablaban el mismo lenguaje.  Los que no lo hacían eran sentenciados.  En lo que ellos llaman “La Declaración Oficial del Gobierno de Dios” se lee la siguiente advertencia: “…si no estás a favor de él (de su versión apostata del evangelio), te come y te destruye…le estás haciendo afrenta al Espíritu de Gracia. Con Dios no se juega. Este es El Gobierno de Dios sobre la tierra. Esto es peligroso, no es un juego. Esto es una sentencia.” Si sus seducidos seguidores no fueran vidas preciosas en camino a la ruina sus pretensiones darían más risa.  

Pero la infatuación religiosa de José Luís no es más alarmante que otras presunciones herejes como las de los testigos de Jehová, los musulmanes, los moonitas (seguidores de Sun Myung Moon) y tantos otros movimientos perniciosos de la historia, lejana y reciente.   Si los seguidores de José Luís despertaran de su estupor se darían cuenta que el caso de su patético líder no es único; y los que ha habido han terminado en desgracia y calamidad (como le está comenzando a suceder a Creciendo en Gracia).  Ejemplos como los siguientes deberían bastar.

     En 1532-35, Jan Matiz, un infatuado predicador ana-bautista declaró que la ciudad de Munster en Suiza era la “Nueva Jerusalén” sobre la tierra.  Alegando que Dios le había dicho en una visión que  él era el Gedeón de la Reforma, se enredo en una guerra contra sus enemigos con 300 hombres y lo mataron.  Pero su lugarteniente, un hombre llamado John de Leiden, quien sufría de peores alucinaciones que su maestro, no dejó que se terminara todo con la muerte de Jan Matiz.  Este se declaró el Mesías y en su terquedad provocó que la ciudad de Muster fuese invadida  y destruida en Junio de 1535.  La alucinación acabó desastrosamente.

     Hace unos años atrás, en la década de los setenta un ególatra similar, Jim Jones, se levantó como líder supremo de un movimiento conocido como ‘El Templo del Pueblo.’ Su táctica era atacar a todas las religiones y asegurar que la suya era la única.  Sus seguidores lo veían como su amigo, su padre, su salvador y su dios.  El 18 de Noviembre de 1978, más de 909 de ellos, incluyendo 276 niños murieron en Jonestown Guyana, envenenados por un refresco con cianuro el cual tomaron convencidos por su líder de que fuerzas enemigas los iban a atacar y a torturar.  La histeria colectiva provocada por Jones fue tal que su gente no consideraba lo que hizo como suicidios sino como un acto revolucionario de protesta contra lo inhumano de este mundo.  A esta gente no le dio tiempo de despertar de tamaña ofuscación satánica, y así terminó el engaño. 

David Koresh fue otro delirante líder religioso.  Este se constituyó cabeza de un movimiento llamado “La Rama Davídica.”  Al principio Koresh decía ser profeta y descendiente de Ciro rey de Persia; luego se proclamó Cristo, “el Hijo de Dios, el cordero que abriría los siete sellos del Apocalipsis.”  También, decía haber recibido una revelación en Israel en 1985 en la que se le dijo que iba a establecer el reino Davídico en Waco, Texas.  El  19 de abril de 1993, después de 51 días de ser acordonado por las autoridades para que se entregara bajo sospechas de intento de asesinato, evasión de impuestos, posesión de armas ilegales y pederastia, David Koresh y 80 de sus seguidores murieron, incluyendo 25 niños.  Muchos murieron quemados y otros asesinados con armas de fuego.  Así fue el funesto final de este falso cristo. 

¿Qué será lo que le espera a José Luís y a sus seguidores cuando Dios descienda a confundir ese desquiciado sueño mesiánico en que están  envueltos?  

El Patético y Peligroso Caso de un Jesús Infatuado: Parte 1

La grotesca infatuación de José Luís Miranda, líder de “Creciendo en Gracia” lo llevó a decir que su movimiento es “el gobierno de ‘dios’ sobre la tierra,” le hizo tatuarse el brazo con un 666 y le movió a declararse anticristo y Cristo a la vez. Esta extravagancia religiosa captó por un tiempo la atención de la prensa internacional, pero entre tanto alboroto no pasó de ser un minúsculo paréntesis en la historia de las aberraciones del cristianismo.

Usualmente no vale la pena ocuparse de de estos desvaríos porque hay mucha verdad que predicar para ocuparse de la mentira. Pero en este caso tengo razones para hacerlo. Por un lado vivo en Miami, donde se originó este movimiento y a causa de eso he tenido que tratar con gente seducida y perturbada por los perniciosos delirios doctrinales de José Luís. Además, parte de mi responsabilidad es amonestar al pueblo de Dios a no prestar atención a fabulas y genealogías interminables que acarrean disputas mas bien que edificación que es por fe (1 Tim. 1.4). Pero una razón más importante es que esta anomalía sirve para ilustrar, aclarar y reafirmar ciertas verdades vitales. Me refiero a la autoridad y suficiencia de las Escrituras y a la doctrina paulina de la gracia, las cuales José Luís, aprovechando el descuido que sufren en los púlpitos cristianos, ha adulterado y abusado.

En su providencia, Dios siempre tiene un propósito provechoso detrás de las aberraciones espirituales. El Nuevo Testamento usa casos de apostatas y herejes para enseñarnos grandes lecciones. El caso de Caín nos enseña sobre la falsa adoración (Heb. 11.4; Juan 3.12), el de Babel sobre el adulterio espiritual (Apoc. 17.5), el de la mujer de Lot sobre el amor a lo material (Lc. 17.32), el de Coré sobre la rebelión (Judas 11), el de Balaam sobre el lucro ministerial (2 Pedro 2.15; Jud. 11), el de Esaú sobre la profanación de lo sagrado (Heb. 12.16-17) y el de Jezabel sobre la idolatría (Ap.2.20). Igualmente la historia nos enseña que las perversiones doctrinales y las aberraciones espirituales de gente como los gnósticos, Arrio, Marción, Nestoriano y Pelagio, el papado y otras, Dios las usó para la formación de los credos, confesiones y documentos históricos del cristianismo como el credo de los Apóstoles, el credo Niceno, el de Atanasio, el Calcedonio, los escritos de Agustín en contra de Pelagio y las confesiones de la Reforma en contra del Romanismo y el neo-pelagianismo.

Ciertamente, la herejía de Miranda no es más importante o perniciosa que ninguna de estas o de otras con pretensiones globales como el Islam, el unitarismo, el mormonismo, la Iglesia de la Unificación o los Testigos de Jehová. Esta es una copia barata de herejías que largo tiempo atrás fueron desechadas; sin embargo, como toda falsedad, es peligrosa para el alma de los que caen en sus redes. También, es un ejemplo de lo funestas consecuencias que vienen cuando los púlpitos cristianos caen en la superficialidad. Así que vale la pena ocuparnos de esto para aprender a valorar y proteger más la verdad y con la esperanza de corregir a los que han caído en esa trampa “por si quizá Dios les conceda que se arrepientan para conocer la verdad” (2 Timoteo 2:25) y convencer a algunos que dudan…arrebatándolos del fuego (Judas 1:22-23).

Las siguientes reflexiones aluden explícitamente a José Luís, pero su propósito primario no es refutar sus doctrinas, ni exponer su carácter o su movimiento que son claramente apostatas, excepto a los ojos de sus delirantes seguidores.  El propósito es reafirmar la gloriosa unidad, autoridad y suficiencia de la Escritura y la gracia de nuestro Señor Jesucristo como verdaderamente la enseñó Pablo, los apóstoles y los profetas. José Luís es mencionado por que sus incongruencias ilustran las consecuencias de descuidar estas verdades.

Escribo consciente de que debemos refutar el error por amor a la iglesia, a la gracia de Cristo y a las almas de los pecadores que tanto necesitan esa gracia. También se que debemos ser cuidadosos con el estado de nuestras propias almas y de nuestra doctrina (1 Tim. 4.16). Cuando Dios permite el surgimiento de casos funestos como el de José Luís lo hace para corregir, amonestar, advertir e instruir a su pueblo y eventualmente para que su verdad brille con más fuerza. Ultimadamente, debemos dar gracias a Dios por los falsos, porque después de todo son instrumentos suyos para manifestar la gloria de su verdad y la sabiduría de sus soberanos propósitos.

La Falta de Pureza Doctrinal No es Cuestión del Intelecto Sino del Alma

Teología es la enseñanza de cómo vivir para Dios (William Ames)
Y dije: Siempre andan vagando en su corazón, Y no han conocido mis caminos (Hebreos 3:10)  

Esto es lo que se oye comúnmente entre los cristianos de hoy día: “la teología es complicada, impractica, divisiva y creada por los hombres; no la necesitamos porque nos basta con la Biblia.”  Esta actitud ha hecho que la búsqueda de la pureza doctrinal sea una ciencia abandonada y el resultado ha sido la multiplicación de predicadores y maestros religiosos que interpretan la Biblia según sus ocurrencias, conveniencia y emoción.  

Cuando la teología bíblica seria, histórica y confesional es menospreciada, brotan en su lugar doctrinas deformes, caprichosas y peligrosas creadas por los que dicen que no necesitan teología.  Por eso, la  predicación bíblica escasea en las iglesias.  Por eso el legalismo, el misticismo, la manipulación sicológica y las herejías ha invadido los pulpitos.  Sin una doctrina sana el evangelio se corrompe y los líderes errados, ambiciosos y pragmáticos se enseñorean de las iglesias movidos por metas mundanas no por la Palabra de Dios. 
  
Ciertamente, el pragmatismo (el uso de métodos para lograr resultados inmediatos) y el sentimentalismo (la manipulación emocional para producir sensaciones gratas) son eficaces para atraer gente, pero los verdaderos predicadores del Evangelio no usan esas estrategias.  Ellos saben que una verdadera iglesia tiene que trabajar espiritualmente no estratégicamente.  Su labor es más lenta y ardua pues no busca complacer a los hombres sino transformarlos a la imagen de Cristo; no usa la palabra de Dios para manipular a la gente sino la obedece buscando glorificar a Dios.  Su meta es la conversión de los pecadores y la santificación de los creyentes, no la multiplicación de los asistentes.  Su visión no es cuestión de números, edificios e influencia sino de fidelidad a la verdad, vidas transformadas y pureza doctrinal.

El menosprecio por la teología no es asunto del intelecto sino del alma.  No se debe a la falta de estudio sino a la falta de interés por la verdad.  La ausencia de una doctrina bíblica coherente y sana es fruto de corazones erráticos que quieren ver las obras de Dios pero no conocen sus caminos, que prefieren los resultados que la verdad.  Siendo así las cosas, no es de extrañar que la autoridad de los hombres y la influencia del mundo sean más visibles en la iglesia que la autoridad de las escrituras y la influencia del Espíritu de Dios. 

¿De Qué Quieres Ser Salvo?


Por Arthur Pink
¿Qué debo hacer para ser salvo? ¿Salvo de qué? ¿De qué deseas ser salvo? ¿Del infierno? Eso no prueba nada. Nadie quiere ir allá. El asunto entre Dios y el hombre es EL PECADO. ¿Quieres ser salvo de esto?

¿Qué es el pecado? El pecado es una especie de rebelión en contra de Dios. Es auto-complacencia; es ignorar los reclamos de Dios, y ser indiferente por completo al hecho de que nuestra conducta puede agradar o desagradar a Dios.

Antes que Dios salve a un hombre, Él lo convence de su pecaminosidad. No quiero decir con esto que él diga como muchos dicen: “Si, todos somos pecadores, ya lo sabemos.”  Más bien, quiero decir que el Espíritu Santo me hace sentir en el corazón que he estado toda mi vida en rebelión contra Dios, y que mis pecados son tantos, tan grandes, tan negros, que temo haber transgredido fuera del alcance de la misericordia divina.

¿Has tenido esta experiencia alguna vez? ¿Te has sentido totalmente indigno para el cielo y alejado de la presencia de un Dios Santo? ¿Percibes que en ti hay nada bueno, ni nada bueno acreditado a tu cuenta; y que siempre has amado las cosas que Dios odia y odiado las cosas que Dios ama?

¿Al pensar en estas cosas no se te ha quebrantado el corazón ante Dios? ¿No te lamentas tu por haber hecho mal uso de Sus misericordias, de Sus bendiciones, por haber abusado del Día del Señor, por haber desechado Su Palabra, y por no haberle dado un verdadero lugar en tus pensamientos, en tus afecciones y en tu vida? Si no has visto ni sentido esto personalmente, entonces actualmente no hay esperanza para ti, pues Dios dice, "Antes si no os arrepintiereis, todos pereceréis igualmente" (Lucas 13:3). Y si mueres en tu condición actual, estarás perdido para siempre.

Pero si has llegado al lugar donde el pecado es tu mayor plaga, donde ofender a Dios es tu mayor pesar, y donde tu mayor anhelo es agradarle y honrarlo a Él; entonces tienes esperanza. "Porque el Hijo del Hombre vino á buscar y á salvar lo que se había perdido" (Lucas 19:10). Él te salvará, si estás listo y dispuesto a abandonar las armas de tu rebelión en contra de Él, te inclinas a Su Señorío, y te rindes a Su control.

Su sangre puede limpiar la mancha más obscura. Su gracia puede sostener al más débil. Su poder puede librar al que sufre con pruebas y tentaciones. "He aquí ahora el tiempo aceptable; he aquí ahora el día de salud" (2 Co.6:2). Cede ante los reclamos de Dios.

Dale el trono de tu corazón. Confía en Su muerte expiatoria. Ámalo con toda tu alma. Obedécelo con todas tus fuerzas, y Él te guiará al cielo. "Cree en el Señor Jesucristo, y serás salvo tu, y tu hogar (Hechos 16.31).

Del Neo-Pentecostalismo a la Teología Reformada -- Testimonio Personal del Pastor Víctor B. García

Siendo muy joven fui ordenado al ministerio en una prominente iglesia neo-pentecostal.  En esos primeros años de mi vida ministerial yo leía con deleite y avidez los escritos de Juan Calvino, Carlos Spurgeon, Juan Carlos Ryle, Arthur Pink, Martin Lloyd Jones y hombres como ellos sin la menor noción de lo que era la teología reformada o quien eran estos hombres.  Lo único que sabía era que el espíritu y la sustancia de sus enseñanzas me hacia mucho bien y me atraían enormemente.  Mi inclinación hacia estos autores se hizo tan evidente que mis mentores me amonestaron a abandonar esas lecturas.  Según me dijeron, el Señor les había mostrado que si yo seguía concentrándome en esas lecturas mi vida espiritual se secaría.  Su exhortación fue que yo había sido llamado a ser un "ministro del Espíritu, no de la letra" y para eso debía concentrarme en las cosas "profundas y sobrenaturales" del Espíritu.  Mi inmadurez e inexperiencia, y el respeto que le debía a mis mayores, a quienes consideraba hombres ungidos en íntima comunión con Dios, me hacían vulnerable a este consejo, y así me dejé guiar por aquella amonestación y abandoné la lectura de mis autores reformados. .
 
El tiempo pasó, yo seguí avanzando en mi ministerio y aquella iglesia que me daba cobertura siguió creciendo en número e influencia de una manera tan extraordinaria que llegó a convertirse en una organización internacional con iglesias en muchos países y ciudades. Sin embargo, con el paso del tiempo se fue encaminando gradual y progresivamente hacia la subjetividad doctrinal y el emocionalismo.  
Después de más de quince años de servir como ministro en aquella organización, enseñando, pastoreando y levantando iglesias me di cuenta de que aquella subjetividad nos estaba llevando a un abismo peligroso y todo indicaba que las cosas no iban a cambiar sino a empeorar.  Cuando expresé mi preocupación y desacuerdo con el rumbo por el que íbamos  fui expulsado y perdí mi posición y comunión de los numerosos amigos y compañeros de tanto tiempo en el ministerio.  

Allí se inicio un largo y difícil periodo de aislamiento para mi y la iglesia que había fundado hacia varios años en Miami la cual casi su totalidad eligió seguir conmigo y no con la organización que hasta entonces nos había dado cobertura.  Este aislamiento se prolongó por varios años durante los cuales mi refugio y dirección teológica fueron la Biblia y aquellos escritos que me habían alimentado al principio de mi ministerio aunque todavía yo no comprendía lo que era la teología reformada.

Mi conocimiento de la Biblia era amplio.  Mi problema era que la forma en que había aprendido a interpretarla ya no me servía, y yo ya no la quería más.  Yo había sido entrenado formalmente en una teología que mezclaba ideas neo-pentecostales, arminianas, fundamentalistas y dispensacionales las cuales conocía bastante bien.  Pero en realidad, los matices,  especulaciones,innovaciones y desviaciones doctrinales que habían invadido al movimiento con el que estaba asociado, así como las prácticas derivadas de ellas, eran tales que no había nombre para tal “teología.”  Pero era precisamente esas especulaciones y desviaciones las que se convirtieron en una marca de distinción espiritual para los que la profesaban, quienes  para definir tal “teología” usaban designaciones como "palabra revelada" “doctrina del Espíritu,” “doctrina apostólica" o "doctrina restaurada.”  

En medio de todo esto comenzaron a surgir gradualmente "apóstoles y profetas" y la convicción cierta y profunda de que este movimiento era algo elegido y especial de Dios.  Era algo surrealista.  Inevitablemente, en medio de esas fantásticas elucubraciones, la gracia salvadora de la cruz de Cristo, la majestad y soberanía del Dios bíblico y la autoridad y suficiencia de la Escritura se fueron oscureciendo más y más.  La prominencia le comenzó a pertenecer a individuos de gran carisma e influencia y a experiencias y métodos que atraían e impresionaban a las multitudes. 

Las supuestas revelaciones doctrinales, las sensaciones emocionales, el crecimiento numérico, las experiencias sobrenaturales y el protagonismo fueron suplantando la exposición de la Escritura, la obediencia y la adoración espiritual.  El culto a Dios degeneró en  misticismo, emoción, sensacionalismo y trivialidades desenfrenadas. Al rechazar tal eclecticismo teológico, me quedé desamparado doctrinalmente. 

Fue entonces cuando, de nuevo la Escritura volvió a brillar por sí misma ante mis ojos y cuando aquellos escritos de mis primeros años en el ministerio regresaron para nutrir mi corazón y mi entendimiento. Yo no sabía de la teología reformada, solo sabía que entre los numerosos autores cristianos y las diversas corrientes doctrinales que conocía, era aquí donde consistentemente yo encontraba la sólida sustancia espiritual que tanto necesitaba.

Ejemplos Contemporáneos de la Trivialización de la Adoración


Los siguientes son sólo tres pequeños ejemplos de la rampante plaga de la trivialización de la adoración en el mundo evangélico de nuestros días.  Esto es lo que se ve por todas partes, y la iglesia que no sigue en una u otra medida alguna de estas tendencias está destinada a no ser “relevante” ni “exitosa.”
  
La Adoración al Gusto del Consumidor
En su edición de Julio 1999, la revista Christianity Today, una de las más populares de los Estados Unidos, dedició su principal artículo al tema titulado “El Triunfo de los Coros de Alabanza: Cómo las Guitarras Derrotaron al Órgano en la Guerra de la Adoración.”  Entre otras cosas menciona una iglesia en Alabama que celebra cuatro servicios cada domingo.  En uno se cantan himnos tradicionales, para gente grande, en el otro himnos tradicionales en un estilo contemporáneo para gente de edad mediana, en el otro (el principal) se cantan himnos tradicionales con un órgano y un coro grande para adultos de todas las edades y en el otro (al mismo tiempo que el servicio principal) se cantan cadenas de coritos pegajosos (“crowd pleasers”) con tambores, guitarras eléctricas y panderetas (a este grupo se le llama la Iglesia del Rock & Roll y está diseñado para niños y adolescentes)  Además de eso,  una vez al mes, los jóvenes celebran, a todo volumen, un servicio con canciones seculares a las cuales se les adaptan temas cristianos.  Según un miembro de la iglesia, esto no es un servicio apto para cardíacos.

¿Qué es esto?  Es la tendencia moderna de ajustar la adoración al gusto de los adoradores a fin de tener una iglesia exitosa.  Y es que según Christianity Today “Las encuestas muestran que la gente, tanto protestante como católica, no va a la iglesia por fidelidad, obligación o gratitud, sino solamente si sus ‘necesidades’ son satisfechas.”  El artículo pone en evidencia cómo el movimiento contemporáneo de adoración tiende a procurar hacer la adoración agradable a la gente, igualmente muestra que centrar en Dios la adoración no es el factor primario de este movimiento.

La Adoración Donde lo Sensacional Importa Más Que la Palabra  
En Agosto de 1994, la revista Charisma dedicó su artículo principal al evangelista Rodney Howard-Browne, quien se llama a sí mismo “el cantinero del Espíritu Santo” porque dice él “yo sirvo el vino nuevo del fervor pentecostal.”  Este hombre es capaz de hacer que filas enteras de personas se caigan en las iglesias con sólo levantar su brazo.  Su especialidad, sin embargo, es hacer reír a la gente sin hablar ni hacer chistes.  Miles de personas en sus servicios se convulsionan por la risa, después de lo cual dicen experimentar paz y gozo sobrecogedores.  Por otro lado, las iglesias que él visita reportan crecimiento, conversiones, bautismos del Espíritu Santo y sanidades.  Lo que la revista no dice es qué es lo que predica Howard-Browne, lo cual para él parece ser cosa secundaria.

¿Qué es esto?  Es lo que la historia nos muestra como uno de los métodos más eficaces para mover a las masas: la histeria colectiva.  Y esa histeria no necesita pruebas lógicas ni teología, sobre todo si con ella se llenan las iglesias.  De hecho, Howard-Browne dice que lo que sucede en sus reuniones no se entiende con una mente analítica, y según la revista, él “difama a los que tratan de aplicarle una teología a su método.”  En todo el artículo la única prueba que este hombre ofrece de que la risa que él provoca es una obra de Dios es que “cuando él (Howard-Browne) se va de las iglesias que visita, las manifestaciones de risa no se detienen sino siguen manifestándose.”  Esta es otra evidencia de cómo las iglesias y predicadores tienden a definirse más por lo que hacen que la gente sienta que por lo que creen y predican. 

La Adoración Extravagante Que Quita a Jesús  del Centro
La revista Charisma de Agosto 1993 entrevistó al famoso evangelista Benny Hinn.  Cuando se le preguntó sobre su práctica de soplar, tirar su saco, o mover su brazo para que la gente se cayera, él respondió: “Hay presión para provocar cosas al estar en la plataforma, especialmente en un ministerio de sanidad.  La gente no viene sólo a oír la predicación.  Ellos quieren ver algo.  Y eso te puede distraer.  Cosas como tirar el saco a veces se me sale de control y la gente pone sus ojos en eso más que en Jesús... Estas cosas atraen la atención hacia la persona y quitan a Jesús del centro...”

¿Qué significa esto?  Que los promotores de las extravangancias religiosas se dan cuenta que esas cosas apartan a la gente de Jesús.  Pero como al mismo tiempo atraen a la gente, ellos lo siguen haciendo (con el pretexto del evangelismo).  En aquella ocasión B. Hinn dijo que trataría de corregir eso pero hoy después de tantos años no lo ha hecho.  Porque eso no es importante en estos círculos. Es un grave error imaginarse que se puede adorar a Dios y a la vez usar tácticas para hacer la adoración más entretenida y excitante; sin embargo, eso es una práctica común en nuestras comunidades religiosas.

En el excelente libro “Entreteniéndonos Hasta la Muerte” Neil Postman cita al director ejecutivo de la Asociación Nacional de Comunicadores Religiosos cuando hablaba a los predicadores de radio y televisión: “Ustedes notarán que éste es un credo religioso inusual.   Ninguno de los grandes líderes religiosos, sea Jesús, Buda, Moisés, Mahoma, o Lutero, le ofreció a la gente lo que quería sino lo que necesitaba...”  Luego, comentando sobre la tendencia de los  programas religiosos de televisión, Postman dice: “Los programas religiosos están llenos de buenas vibraciones, ellos celebran la opulencia.  Sus presentadores se vuelven celebridadess.  Aunque sus mensjes son triviales, los shows tienen mucha audiencia, o más bien, a causa de que los mensajes son triviales es que tienen buena audiencia.  Creo que no es un error decir que el cristianismo es una religión de demandas y seriedad.  Cuando se hace fácil y entretenido, ciertamente deja de ser el cristianismo verdadero.

Ejemplos Bíblicos de Adoración Trivial


Muchos cristianos trabajan como si estuvieran adorando
Juegan como si estuvieran trabajando
Y adoran como si estuvieran jugando

Son muchos los factores que entran en juego en la trivialización de la adoración.  Es un asunto complejo que cuando se examina detenidamente da lugar a discusiones interminables.  Sin embargo, al buscar las raíces de la adoración trivial y falsa siempre se  encuentran  al menos una de dos cosas o ambas combinadas: falta de conocimiento adecuado de Dios y rebeldía contra ese conocimiento.  En la Biblia tenemos ejemplos de esta clase de personas.  Gente como Caín, Nadab y Abiu, Uza, Ananias y Safira y la iglesia de Corinto ilustran claramente cómo la falta de conocimiento de Dios o la rebeldía a la verdad hacen de los creyentes y profesantes de la fe adoradores triviales, y falsos.  Examinemos estos ejemplos para aprender:       
   
Caín: Adoración voluntariosa e individualista (Génesis 4:3-8)
          Caín no conocía a Dios pues era del maligno y sus obras eran malas (1ª Juan 3:12).  El adoraba con una actitud liviana, según su opinión personal.  La reflexión seria acerca de las demandas de Dios, el ajustarse a esas demandas y la devoción sincera no eran cosas que le preocupaban.  Cuando se dio cuenta que su ofrenda desagradó a Dios, se llenó de amargura contra su hermano y lo mató.  El resultado fue un Dios santo desagradado, un hombre impío amargado (Caín) y un hombre piadoso asesinado (Abel)... La trivialización en el caso de Caín se manifestó por una adoración voluntariosa e individualista, queriendo él hacer las cosas a su propia manera.

Nadab y Abiú: Adoración profana y licenciosa (Lev. 10:1-11)
          Nadab y Abiú fueron los sacerdotes hijos de Aarón que ofrecieron a Jehová fuego extraño que El nunca les mandó que le ofrecieran.   Sabiendo exactamente lo que tenían que hacer, ellos hicieron lo que Dios no les  había mandado.  El resultado fue que murieron delante de Jehová.  El texto sugiere que entraron a ministrar borrachos al tabernáculo (Lv. 10:9), y si ése fue el caso es fácil suponer que estaban adorando con ligereza y disolución.  Lo que los estaba motivando a adorar con fuego extraño era su disolución carnal y no el deseo de honrar a Dios.  La trivialización en el caso de Nadab y Abiú se manifestó por una adoración  profana, caprichosa y disoluta, guiada por la exaltación de sus afectos alterados por estímulos carnales.  Agregar elementos extraños a la adoración, de los que Dios no había dicho nada, les pareció cosa sin importancia. 


Uza: Adoración liviana e irreverente (1 Cron. 13:8-10)
          Uza era un hombre sincero pero superficial.  El fue el culpable de liviandad e irreverencia ante Dios, pero a la vez fue víctima de las tendencias trivializadas y paganizadas de sus días.  La degradación espiritual era tal que aun el rey David no se dio cuenta de cuanta influencia pagana había en su intento de traer el arca sobre un carro nuevo y no sobre los hombros de los sacerdotes levitas como la ley lo requería.  Sin  quererlo estaba promoviendo una adoración al estilo de los paganos  y no según la ordenanza divina (1 Cron. 15:13).  La acción que mató a Uza era humanamente bien intencionada, pero fue desagradable a Dios.  En la muerte de Uza se puede ver el celo terrible de Dios.  Sin embargo, es asombroso que no haya hecho morir a todos los demás, y en esto se puede ver su infinita misericordia.  La trivialización en el caso de Uza se manifestó por una confianza excesiva y  un concepto pobre sobre la majestad de Dios, que lo hizo actuar con un atrevimiento y una ligereza fatal delante de su presencia.

Ananías y Safira: Adoración fingida y exhibicionista (Hechos 5:1-11)
          Ananías y Safira trivializaron la adoración a Dios entregando una ofrenda mentirosa.  Quisieron lucirse como muy devotos al decir que estaban dando todo lo que les pagaron por una propiedad que vendieron.  Pero eso era falso y Dios los hizo morir en cuanto se descubrió su mentira y su menosprecio al Espíritu.  Ellos sabían lo que hacían pero confiaban que los hombres no se iban a dar cuenta, olvidando que Dios sí se da cuenta.  La trivialización en el caso de Ananías y Safira se manifestó por el deseo de exhibirse ante los demás, lo cual les hizo fingir y pretender hipócritamente lo que no tenían en su corazón.  Obviamente les gustaba la idea de que otros pensaran lo grande que era su devoción hacia Dios.
 
Los Corintios: Adoración autocomplaciente e infantil (1ª Cor. 11:17-22)
          Los cristianos de la iglesia de Corinto tenían la tendencia a ser carnales y superficiales.  Con muy pocas palabras Pablo resumió la razón de su superficialidad: “Porque algunos no conocen a Dios.  Para vergüenza vuestra lo digo.”  (1ª Cor. 15:34).  Ellos se apegaban a los ministros según sus gustos personales (1ª Cor. 1:12-13), usaban la Cena del Señor para su complacencia carnal (1ª Cor. 11:20-21) o usaban los dones espirituales infantilmente (1ª Cor. 14:19-20).  Además de llamarlos niños y carnales, Pablo sugirió que sus actos eran como metal que resuena o címbalo que retiñe, es decir, ruidosos pero triviales.  En el caso de los corintios, la trivialización se manifestó por una actitud infantil y superficial en donde la principal motivación era la autocomplacencia, la competencia y la búsqueda de lo que que provocaba las sensaciones más satisfactorias.

          Como podemos ver por estos ejemplos, la adoración no debe ser tomada ligeramente, sin reflexión, ni buscando satisfacción personal.

La Trivialización de la Adoración


Los americanos juegan un juego llamado “trivia” que consiste en preguntas variadas acerca de diversos temas.  Algunos lo consideran educativo, pero en realidad la esencia del juego es el entretenimiento.  Por ejemplo, los temas generalmente son vanos y las preguntas sin importancia ni relación entre sí, de modo que todo lo que se aprende son datos y curiosidades intrascendentes y desconectadas el uno del otro.  De hecho la palabra “trivia” significa algo ordinario y sin importancia, y es de aquí de donde viene la palabra trivialización, que significa hacer de algo noble y valioso una cosa vana y corriente.

          Para definir las tendencias contemporáneas en la adoración a Dios, la palabra trivialización resulta muy adecuada.  Y es que la adoración que debe ser un acto centrado en Dios, regido por su Palabra, lleno de reverente gratitud, de majestuosidad, reflexión, solemnidad y sobriedad, se ha ido convirtiendo en lugar de eso en una celebración centrada en la gente, regida por los gustos y la cultura moderna y que se enfoca más en satisfacer y servir de estímulo y terapia emocional a los adoradores que en honrar a Dios como a El le agrada.  En otras palabras, lo que debe estar dedicado para el deleite de Dios, los hombres lo están usando para el deleite de ellos y así lo han trivializado y degradado.

          Decir que las tendencias de adoración contemporánea son triviales y que no tienen que ver con una adoración centrada en Dios y regida por la Escritura, es un tema muy delicado y controversial porque toca fibras emocionales muy sensibles.  Sin embargo, es un tema muy necesario para los que quieren agradar a Dios y hacer las cosas con inteligencia espiritual y fidelidad a los principios bíblicos.
         
          Para ser un poco más precisos, analicemos algunas de las características de una adoración trivializada.  (Esta lista nos puede servir para hacer un chequeo acerca de hacia dónde nosotros estamos inclinados). He aquí las características de la adoración trivializada:

1.    Se espera que satisfaga a los participantes, es decir, considera de primordial importancia que los participantes experimenten sensaciones gratificantes y estimulantes, para lo cual se echa mano del poder de la música, del estímulo de las emociones y de la fascinación de las experiencias místicas.

2.    Se enfoca en atraer la atención del mundo, esto se hace con el pretexto del evangelismo (como si la conversión dependiera del ingenio y los recursos humanos.)  El resultado de esto es la aparición de artistas cristianos imitando cada estilo, ritmo y novelería mundana existente, a fin de hacer sentir a gusto a los pecadores (y a los cristianos mundanalizados).

3.    Es dominado por el ritmo.  El ritmo es una cosa muy natural y legítima en el ser  humano en su debido tiempo y momento.   Pero el ritmo nunca debe dominar la música dirigida a Dios, pues estimula lo terrenal y lo extravagante, no lo sobrio ni lo espiritual.  La tendencia de la adoración contemporánea es no ponerle límites al dominio del ritmo.  Se usan tambores, timbales, bajos, tumbadoras, maracas y encima de eso la congregación palmea y hace sonar sus panderetas.  El resultado es un dominio totalmente desproporcionado del ritmo, de lo cual la gente obtiene un gran deleite, pero con muy poco entendimiento y con menos sobriedad y reverencia. 

4.    Se hacen distinciones que dan más importancia a unas partes del culto que a otras.  Se asume que el culto se divide en alabanza y predicación.  Luego se dice que el tiempo de la alabanza se subdivide en coros rítmicos “de júbilo” y en coros suaves “de adoración”.  Se supone que la predicación depende del efecto que se haya logrado durante la alabanza y la adoración.  Esto hace que la gente considere unas partes del culto más importantes o espirituales que las otras, rompiendo el concepto bíblico de que todo lo que se hace durante el culto es adoración.

5.    Es dominada por melodías superficiales.  Los coritos cortos, bonitos, rítmicos, románticos, repetitivos y superficiales, sustituyen a los cánticos y los himnos majestuosos.  Esto mantiene animada a la gente y la alivia de cualquier disciplina y esfuerzo mental para concentrarse en Dios.  Lo fácil, lo agradable, lo estimulante y lo superficial toma así dominio sobre lo serio, lo profundo  y lo sustancioso.

6.    Es dominada por cantos sin sustancia en su contenido.  Muchos coros parecen inspirados más por algún compositor de baladas románticas que por gente que conoce la Biblia.  Los coros individualistas en los cuales abunda la palabra “yo” son más numerosos que los coros de unanimidad congregacional en los cuales se usa la palabra “nosotros”.  Es más  usual oir letras que hablen de lo que nosotros somos, sentimos, queremos y hacemos, que de lo que Dios es, siente, quiere y hace.  Los cantos se centran más en las experiencias subjetivas, las ideas o los sentimientos de sus autores que en las doctrinas de la Escritura.  Algunos coros no tienen coherencia (aunque tienen buena música) pues la letra se hizo buscando palabras que rimaran con la música en lugar de buscar una música que se ajustara a una letra coherente y escritural.  Algunos coros son simplemente herejías cantadas.

7.    La gente pretende adorar a Dios sin preparar sus corazones.  La falta de preparación comienza con la ausencia de devoción privada y familiar en los hogares.  La gente espera que el dirigente de alabanza levante el ánimo y domine el ambiente.  Se supone que donde hay un buen grupo de alabanza y un dirigente “ungido” se va a sentir la presencia de Dios.  Esto contradice la Biblia.  Donde hay un pueblo preparado que llega reverente y agradecido ante la presencia de Dios, no va a haber necesidad de animadores ni estímulos externos.

Carta de Amor a una Iglesia en Decadencia


¿Se puede amar a alguien y decirle, ‘tibio, te vomitaré de mi boca, desventurado’?  El Señor lo hizo con Laodicea, una iglesia  en decadencia, a quien El envió una carta tan severa que se nos olvida que es una carta de amor: “Yo reprendo y castigo a todos los que amo” (4.19).    

La sentencia contra los que persisten en su decadencia está dictada: “te vomitaré de mi boca;” pero hay un consejo restaurador: “que de mí compres oro refinado en fuego para que seas rico, y vestiduras blancas para que no se descubra la vergüenza de tu desnudez y unge tus ojos con colirio para que veas.” Y hay una invitación: “se celoso y arrepiéntete; si alguno oye mi voz y abre la puerta entrare a él, y cenaré con él, y él conmigo.” 

O sea que hay esperanza para los cristianos en decadencia.  Somos llamados a ser bienaventurados, a que nos vaya bien en todo (Salmo 1:1-3); pero la decadencia espiritual convierte a muchos cristianos en personas desventuradas como Lot, el justo que afligía su alma justa viviendo cómodamente entre los inicuos (2 Pedro 2.7-8), y quien por no arrepentirse sufrió la ruina y la deshonra.

Que fácil es acomodarse., se tibio, sentirse satisfecho y sin necesidad de nada.  Por esa causa el Señor nos dejó su carta de amor a Laodicea.

Al que venciere, le daré que se siente conmigo en mi trono, así como yo he vencido y me he sentado con mi Padre en su trono.  El que tiene oído, oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias.