El Patético y Peligroso Caso de un Jesús Infatuado (parte 2)


Calquéo de José Luís con Herejes de la Historia

Si sus seducidos seguidores no fueran vidas preciosas camino 
hacia la ruina, las  pretensiones de José Luís darían más risa;
 y si esos seguidores despertaran de su estupor se darían cuenta
que el caso de su patético líder no es único y que en cada 
caso, esas herejías terminaron en desgracia y calamidad


Hasta que Dios lo estremezca y haga que sus desquiciadas obsesiones lo consuman, a José Luís de Jesús Miranda no lo va a detener nada ni nadie.  Su colosal megalomanía no lo deja ver la realidad, especialmente porque los seguidores que aun le quedan se siguen alimentado de sus grotescas proclamaciones.  Después de dos divorcios escandalosos, de un juicio por fraude fiscal, de divisiones internas en su organización y de numerosas indiscreciones de tipo moral, el hombre se sigue llamando presidente mundial de las naciones.  

Así como Nimrod se rebeló contra el orden patriarcal y se auto-proclamó cabeza suprema del gobierno mundial de Babel, José Luís, a un nivel muy inferior por supuesto, se ha rebelado contra lo que él llama “el sistema religioso” e insiste en establecer su ilusorio “Gobierno de Dios en la Tierra.”
  
      Nimrod fue el primer poderoso en la tierra después del diluvio.  Sus hazañas hicieron que la gente lo reconociera como “vigoroso cazador delante de Jehová” (Gen. 10.8-12).   El cazaba fieras como David, pero contrario a David, lo hacía para engrandecerse y hacerse un nombre, no para proteger las ovejas.  Su legendaria intrepidez con las bestias salvajes dio lugar al dicho: “así como Nimrod poderoso cazador delante de Jehová” (Gen. 10.9), el cual después se aplicó a todos los hombres prominentes y temerarios de la época.

      La frase “delante de Jehová” es un poco ambigua en español.  Pareciera significar que Nimrod cazaba para Dios o estaba de su lado, pero no.  En realidad, en este pasaje, el sentido de la palabra “delante” (lipney en hebreo) es “en contra.”  Es la misma palabra que se usa en Números 16.2 que habla de Coré, Datán y Abirán los rebeldes que “se levantaron contra Moisés,” y en Proverbios 15.11 que muestra al Seol y al Abadón “delante” de Jehová.  Una traducción más exacta podría ser, “Nimrod, el poderoso cazador que desafiaba a Jehová,” o “en contra de Jehová.”  Esta interpretación la confirma el nombre Nimrod, que significa “rebelémonos.”  Nimrod no era un simple rebelde; era incitador de la rebeldía.     

Su liderazgo se manifestaba no solo en su valentía para cazar fieras.  El se distinguía por su irreverencia, su actitud desafiante al hablar, su oposición al sistema patriarcal establecido por Dios, su sagacidad para cautivar a sus seguidores y sus ambiciosas pretensiones globales.  Nadie lo podía parar.  Dios mismo lo dijo cuando descendió para ver su proyecto en Babel, la cabeza de su reino: “He aquí el pueblo es uno, y todos éstos tienen un solo lenguaje; y han comenzado la obra, y nada les hará desistir ahora de lo que han pensado hacer” (Genesis 11:6).  

Nimrod tenía todo bajo control.  Era megalo-maniaco, sus recursos eran vastos, su visión global y sus seguidores numerosos.  No había quien le pudiera hacer frente.  Lo que no tomó en cuenta es que se estaba metiendo a jugar con el Dios verdadero, con el cual no se juega.  José Luís no es formidable como Nimrod, pero si insolente y pretencioso.  También  se ha levantado contra el nombre de Jehová (literalmente él detesta el nombre de Jehová) y habla de levantar un reino mundial del cual él será la cabeza. 

Lo recuerdo hace algunos años cuando predicaba en la radio 1080 AM en Miami.  Fue allí que gradualmente comenzó a hacer oír su retórica.  No hubo pastor, protesta ni oposición que le pudieran contrarrestar.  Su contumacia lo hizo infamemente notorio en la ciudad.  Y de Miami saltó a la fama internacional haciendo alarde de sus delirios y desafiando a todo mundo frente a los medios de comunicación.  Su irreverencia, sagacidad, ambición y resolución le fueron ganando cientos de seguidores. 

El hombre parecía incontenible.  Su autosuficiencia era frenética, sus recursos se multiplicaron y su visión se expandió.  Y a medida vio multiplicarse la adulación, el dinero y el placer que le ofrendaban sus idolatras adeptos, su ego se embriagó más.  A su alrededor se creó un movimiento de gente enajenada donde todos hablaban el mismo lenguaje.  Los que no lo hacían eran sentenciados.  En lo que ellos llaman “La Declaración Oficial del Gobierno de Dios” se lee la siguiente advertencia: “…si no estás a favor de él (de su versión apostata del evangelio), te come y te destruye…le estás haciendo afrenta al Espíritu de Gracia. Con Dios no se juega. Este es El Gobierno de Dios sobre la tierra. Esto es peligroso, no es un juego. Esto es una sentencia.” Si sus seducidos seguidores no fueran vidas preciosas en camino a la ruina sus pretensiones darían más risa.  

Pero la infatuación religiosa de José Luís no es más alarmante que otras presunciones herejes como las de los testigos de Jehová, los musulmanes, los moonitas (seguidores de Sun Myung Moon) y tantos otros movimientos perniciosos de la historia, lejana y reciente.   Si los seguidores de José Luís despertaran de su estupor se darían cuenta que el caso de su patético líder no es único; y los que ha habido han terminado en desgracia y calamidad (como le está comenzando a suceder a Creciendo en Gracia).  Ejemplos como los siguientes deberían bastar.

     En 1532-35, Jan Matiz, un infatuado predicador ana-bautista declaró que la ciudad de Munster en Suiza era la “Nueva Jerusalén” sobre la tierra.  Alegando que Dios le había dicho en una visión que  él era el Gedeón de la Reforma, se enredo en una guerra contra sus enemigos con 300 hombres y lo mataron.  Pero su lugarteniente, un hombre llamado John de Leiden, quien sufría de peores alucinaciones que su maestro, no dejó que se terminara todo con la muerte de Jan Matiz.  Este se declaró el Mesías y en su terquedad provocó que la ciudad de Muster fuese invadida  y destruida en Junio de 1535.  La alucinación acabó desastrosamente.

     Hace unos años atrás, en la década de los setenta un ególatra similar, Jim Jones, se levantó como líder supremo de un movimiento conocido como ‘El Templo del Pueblo.’ Su táctica era atacar a todas las religiones y asegurar que la suya era la única.  Sus seguidores lo veían como su amigo, su padre, su salvador y su dios.  El 18 de Noviembre de 1978, más de 909 de ellos, incluyendo 276 niños murieron en Jonestown Guyana, envenenados por un refresco con cianuro el cual tomaron convencidos por su líder de que fuerzas enemigas los iban a atacar y a torturar.  La histeria colectiva provocada por Jones fue tal que su gente no consideraba lo que hizo como suicidios sino como un acto revolucionario de protesta contra lo inhumano de este mundo.  A esta gente no le dio tiempo de despertar de tamaña ofuscación satánica, y así terminó el engaño. 

David Koresh fue otro delirante líder religioso.  Este se constituyó cabeza de un movimiento llamado “La Rama Davídica.”  Al principio Koresh decía ser profeta y descendiente de Ciro rey de Persia; luego se proclamó Cristo, “el Hijo de Dios, el cordero que abriría los siete sellos del Apocalipsis.”  También, decía haber recibido una revelación en Israel en 1985 en la que se le dijo que iba a establecer el reino Davídico en Waco, Texas.  El  19 de abril de 1993, después de 51 días de ser acordonado por las autoridades para que se entregara bajo sospechas de intento de asesinato, evasión de impuestos, posesión de armas ilegales y pederastia, David Koresh y 80 de sus seguidores murieron, incluyendo 25 niños.  Muchos murieron quemados y otros asesinados con armas de fuego.  Así fue el funesto final de este falso cristo. 

¿Qué será lo que le espera a José Luís y a sus seguidores cuando Dios descienda a confundir ese desquiciado sueño mesiánico en que están  envueltos?  

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