Retrato de un Verdadero Ministro del Evangelio


La primera cosa que Cristiano, el principal personaje del “Progreso del Peregrino” de Juan Bunyan, aprendió en la Casa del Interprete (que representa al Espíritu Santo) fue la necesidad de distinguir a los verdaderos ministros de Dios.  Esta es el cuadro que vio al respecto:  

Cristiano vio colgado en la pared un cuadro que representaba una persona seria, con sus ojos elevados al cielo, con el mejor de los libros en sus manos, la ley de la verdad escrita en sus labios, y su espalda vuelta al mundo.  Se hallaba de pie, con la actitud de persuadir a los hombres, y se veía en su cabeza una corona de oro.  

“¿Qué significa esto?” Preguntó Cristiano.

Interprete le respondió, “El hombre representado en esta pintura es uno entre mil. Uno que puede decir en las palabras del apóstol: ‘Aunque tengáis diez mil ayos en Cristo, no tenéis muchos padres; porque en Cristo Jesús yo os engendré por el Evangelio’. Lo ves con los ojos mirando al cielo, con el mejor de los libros en sus manos, y con la ley de la verdad escrita en sus labios para enseñarle que su misión es entender y explicar a los pecadores las cosas profundas de Dios.  Además está en pie porque su trabajo es persuadir a los hombres a venir a Dios.  Tiene la espada vuelta al mundo y una corona en su cabeza para hacerte entender el desprecio y el poco valor que le da a las cosas presentes por amor al servicio de su Señor, y que por ellos tendrá la corona como premio en el mundo venidero.”   

“Te he enseñado este cuadro,” añadió el Intérprete, “porque el hombre en él representado, es el único autorizado por el Señor del lugar que buscas, para que sea tu guía en todos los lugares difíciles que has de encontrar.  Por lo tanto pon cuidado a lo que has visto, no sea que en el camino te encuentres con alguno que con  pretexto de dirigirte bien, te encamine a la muerte.” 

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