Las Ideas Humanas Sobre el Amor de Dios

 Víctor B. García 
 
Dios es amor. Eso es fácil de entender.  La gente está de acuerdo con esto y le agrada pensar en ello aunque ignore o dude muchas otras cosas acerca de Dios.

La idea de un Dios amoroso es muy difundida y aceptada en la cultura popular. Al mismo tiempo, la idea de un Dios santo, soberano, justo cuya ira es temible es intensamente rechazada.  Estas cosas son consideradas incompatibles con un Dios bueno y amoroso. Suenan mal, rudas e ignorantes, y la gente las resiste a pesar de que la Biblia habla claramente de ellas.  El resultado de esto es que el amor de Dios como la gente se lo imagina no es el amor del Dios de la Biblia; es una idea fragmentaria, trivial y desfigurada.   

¿Por qué esa tergiversación del amor? ¿Y por qué tanta controversia con la santidad, la justicia, la soberanía y la ira de Dios?  Brevemente se puede citar estas razones:

1.    Las corrientes culturales
El pluralismo, la tolerancia y la igualdad social son los conceptos predominantes de nuestra época.  Las encuestas muestran que la gente difícilmente piensa en Dios como rey, especialmente un rey soberano con autoridad suprema sobre sus vidas; mucho menos piensan en El como juez. 

Ellos prefieren pensar en un amigo cordial, complaciente y democrático que se adapta a sus inclinaciones y conceptos.  La gente suaviza el carácter de Dios de acuerdo al panorama placentero que la cultura del consumismo, el entretenimiento y la psicología de la autoestima han creado.  Con el estimulo de Hollywood y de los medios masivos de comunicación nuestra cultura rechaza la realidad de que Dios es Dios y no puede ser reducido a nuestra experiencia, sentimientos o lógica natural.

Ciertamente, las cosas terribles que suceden en nuestro mundo como las guerras, las masacres, las injusticias, los desastres naturales, la pobreza y el terrorismo hacen que muchos cuestionen el amor de Dios y lo juzguen experimentalmente.  Ante estas cosas, el sentimiento y la lógica conducen a muchos a cambiar su forma de concebir a Dios; a otros los conduce al ateismo o la indiferencia.  Ellos no tienen interés ni la más minina noción real de las palabras de Isaías acerca de la incompresibilidad de los caminos y la mente de Dios:
Porque mis pensamientos no son vuestros pensamientos, ni mis caminos vuestros caminos, dijo Jehová. Como son más altos los cielos que la tierra, así son mis caminos más altos que vuestros caminos y mis pensamientos que vuestros pensamientos (Isaías 55:8-9).

2.    El repudio de las verdades bíblicas más fundamentales
No es difícil entender por qué creer en el amor de Dios es placentero mientras que sus juicios, su ira y su justicia resultan escandalosos e insoportables.  Es natural que el mundo quiera purgar los conceptos de Dios que les parecen severos para evitar sentirse incomodo y amenazado.  Lo sorprendente es que muchos cristianos, cuyo entendimiento debería estar bien informado por las Escrituras, han perdido el verdadero y más vital conocimiento de Dios de manera que su concepto no difiere mucho del de la gente del mundo. 

Esto tiene que ver con los predicadores.  Las encuestas y la experiencia indican que los sermones más populares y abordados en los púlpitos modernos giran alrededor de temas sobre cómo vencer las ansiedades, la depresión y el temor, cómo mejorar las relaciones familiares y laborales, cómo aumentar la autoestima y la satisfacción personal o cómo lograr la paz, la sanidad interna y la prosperidad material, etc.  

Pero a la vez que los predicadores se ocupan de estas cosas evitan hablar de cuestiones que provoquen la ansiedad espiritual de sus oyentes como el pecado, la muerte, la eternidad del alma, la condenación eterna, el juicio y la ira de Dios.  Evitan hablar de la obediencia, la gracia santificadora y la auto-negación.  El rechazo sistemático y consistente de la totalidad de las enseñanzas escritúrales sobre Dios, producen, lógicamente, una visión distorsionada de su amor. De manera que tanto la gente del mundo como los cristianos que se exponen a ese tipo de predicación resisten al Dios revelado en la Biblia. 

Ese rechazo es una tendencia muy humana cuya raíz se encuentra en  el repudio de dos realidades fundamentales: la realidad del pecado humano y la realidad de la santidad de Dios.  Estos dos factores tan ofensivos para nuestra cultura son sistemáticamente rechazados por los hombres que quieren seguir refugiándose en su propio concepto humanista de un amor sentimentalmente satisfactorio pero desligado de la realidad de este Dios tan majestuoso que nos revela su verdadero amor en las Escrituras.  

Obviamente, cuando alguien se imagina que Dios no es otra cosa más que amor, su conclusión va a coincidir con la de la mayoría, pero va a chocar con lo que El revela en su Palabra.

Mientras tengamos vida, podremos discutir acerca de Dios, y estar a favor o en contra de sus atributos o su existencia. Pero la vida que disfrutamos y la mente que nos permite sostener esas discusiones se las debemos a que El, por su paciencia y misericordia, nos sustenta, aunque merecemos la muerte.

Dios es muy santo y nosotros le ofendemos grave y continuamente con nuestro pecado. Y la única razón por la que El nos prolonga la vida es por que es amoroso y misericordioso.  Si tu puedes entender esto conocerás y te deleitaras en el verdadero amor; el amor de aquel de quien la escritura dice:

Ciertamente, apenas morirá alguno por un justo; con todo, pudiera ser que alguno osara morir por el bueno.   Mas Dios muestra su amor para con nosotros, en que siendo aún pecadores, Cristo murió por nosotros (Romanos 5:7-8)  

No ha hecho con nosotros conforme a nuestras iniquidades, Ni nos ha pagado conforme a nuestros pecados.   Porque como la altura de los cielos sobre la tierra, Engrandeció su misericordia sobre los que le temen.  Cuanto está lejos el oriente del occidente, Hizo alejar de nosotros nuestras rebeliones.  Como el padre se compadece de los hijos, Se compadece Jehová de los que le temen. Porque él conoce nuestra condición; Se acuerda de que somos polvo. (Salmo 103:10-14). 

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