¿Por qué la Gente no Cree en el Señor Jesucristo?


En Agosto 2004, un artículo en la revista GQ titulado “Bush: Los Años Perdidos” afirma que durante los años 1972 y 1973, antes de ser presidente, George Bush trabajó como espía en la China donde se infiltró en el gobierno e incursionó Vietnam para una misión sumamente peligrosa.  El artículo afirma que Bush domina los idiomas chino, ruso y árabe, y que enseñó a los guardaespaldas del príncipe de Mónaco a disparar rifles de asalto vistiendo trajes de etiqueta sin ensuciarse, pero que no puede hablar de esto porque es información secreta.  

            Por supuesto, esto no es verdad; es una sátira de la revista para divertir a sus lectores.  Sorprendentemente, mucha gente lo creyó y en cuestión de días, el artículo comenzó a causar sensación, no sólo por lo absurdo del tema sino por la cantidad de creyentes que logró.    

            Esto muestra que vivimos en una época de fe y que la gente está dispuesta a creer.  Hay creyentes para todo.  Por supuesto, la gente cree sólo lo que le interesa, le conviene o le cautiva como los que creen en el horóscopo, en los ovnis, o en que Elvis Presley vive.  Si hay tanta fe, ¿por qué la gente no está dispuesta a creer en el Señor Jesucristo? 

            Esa falta de disposición para creer en Cristo ha existido siempre, no es asunto moderno.  Mucha gente que oyó a Cristo personalmente, que vio su vida santa y supo que las Escrituras profetizan de Él, rehusaron creer.  A estos Él dijo: “No queréis venir a mi para que tengáis vida…yo he venido en nombre de mi Padre y no me recibís, si otro viniere en su propio nombre a ése recibiréis (Juan 5. 39-40).  Así que, hoy como ayer, la gente está dispuesta a creer, pero no en Jesucristo.    

            No es que no entiendan su enseñanza, que Él ponga condiciones imposibles, que haya motivos lógicos, morales o prácticos para rechazarlo, o que falten evidencias de que Él es verdadero.  No es que los hombres sean incapaces de creer.  Es que no quieren creer.  ¿Y por qué no quieren?  ¿Por incapacidad mental o física?  No. 

Veamos lo que dice Spurgeon al respecto:
Déjame decir que la inhabilidad del hombre para creer en Cristo reside en su naturaleza.  La caída y el pecado degradaron y corrompieron tanto la naturaleza humana, que a esta le es imposible desear venir a Cristo sin la ayuda del Espíritu. Vean cómo las ovejas se alimentan de pasto; ustedes nunca las verán buscando carroña.  Yo no podría pastorear un lobo porque no se le puede domesticar ni se le puede hacer comer pasto. Su naturaleza es contraria a estas cosas.  Ustedes dirán: ‘Pero tiene orejas y piernas como las ovejas; ¿acaso no oye si se le llama y no puede caminar hacia donde está el pastor?’  Si puede; físicamente no hay razón por la que un lobo no  pueda ser pastoreado, pero su naturaleza se lo impide, y  por lo tanto, aunque puede oír y caminar, nunca responderá a la voz de un pastor porque su naturaleza es contraria a eso.  ¿Pero acaso no se le puede domesticar y desarraigarle su fiereza y bestialidad?  Quizá se le pueda subyugar, pero siempre habrá una diferencia entre un lobo y una oveja porque son de diferente naturaleza.

Así sucede con los hombres; ellos rechazan a Cristo no por incapacidad mental o física sino porque ellos en su naturaleza no tienen la voluntad ni el poder de venir a Cristo, a menos que sea por el Espíritu.  Los hombres podrían venir a Cristo si quisieran, pero su problema es que no quieren; podrían creer si tuvieran la disposición, pero no la tienen, y no la pueden tener porque no tienen poder para querer.  Les falta el querer y el poder para querer; son inhábiles por causa de su naturaleza carnal.

            Pablo dice: “Los que son de la carne, piensan en las cosas de la carne… y los designios de la carne son enemistad contra Dios, porque no se sujetan a la ley de Dios ni tampoco pueden” (Rom. 8.5 y 7).  La voluntad del hombre carnal es obstinada en su rechazo a Cristo.  Su mente está entenebrecida, sus sentimientos desviados y su conciencia arruinada por el engaño del pecado. 
                       
¿Quiere decir esto que la más grande razón por la que los hombres rechazan a Cristo es por que no quieren, no por que no pueden?  Exactamente.  La más grande razón para su rechazo es su obstinación; los hombres no quieren ser salvos.  Además de eso, no tienen poder para querer.  Así que no tienen deseo, ni poder para desear.  Están muertos en delitos y pecados.  No tienen voluntad. No quieren, son esclavos de sus deseos en contra de Dios. 

Es por eso que la salvación es del Señor, no de los hombres.  Es por eso que la Escritura es tan abundante en versículos como estos:  
  • Juan 6:44   Ninguno puede venir a mí, si el Padre que me envió no le trajere;
  • Juan 6:65  por eso os he dicho que ninguno puede venir a mí, si no le fuere dado del Padre.
  • Juan 10:26  vosotros no creéis, porque no sois de mis ovejas,
  • Juan 15:16  No me elegisteis vosotros a mí, sino que yo os elegí a vosotros,
  • Romanos 9:15-16  Tendré misericordia del que yo tenga misericordia, y me compadeceré del que yo me compadezca.  Así que no depende del que quiere, ni del que corre, sino de Dios que tiene misericordia.
  • Hechos 13:48  y creyeron todos los que estaban ordenados para vida eterna.
  • Romanos 10:20  Fui hallado de los que no me buscaban; Me manifesté a los que no preguntaban por mí.

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